20 de septiembre de 2024
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WPT Costa del Sol: Un partido tan apasionante como inolvidable

Era algo que llevaban buscando del inicio de la temporada, algo que habían rozado en varias ocasiones pero que no se había dado hasta ahora mismo. Paquito Navarro y Jordi Muñoz alcanzaron la clasificación para su primera semifinal de la presente campaña y lo hicieron, además, superando a la mejor pareja del momento: Cristian Gutiérrez y Matías Díaz.

Padel Spain .- Tras casi tres horas de partido y con un público volcado a su favor, la mejor pareja española se impuso por 4-6, 7-6 y 7-6 a los campeones de los torneos de A Coruña y Santander, con lo que desataron la locura de los más de 3.300 aficionados que colmaron las gradas del Martín Carpena.

Hubo numerosas imágenes que ya quedarán para siempre en  nuestras retinas… Las irreprimibles lágrimas de Paquito, la eterna e imborrable sonrisa de Jordi o la descarga emocional del entrenador Ramiro Choya, celebrando con el puño cerrado desde el banquillo, fueron algunas de ellas.

Otra fue un hecho inédito en una pista de pádel… Y es que más de 3.300 personas se pusieron de pie para aplaudir y vitorear a los vencedores… ¡¡En un partido de cuartos de final!! Si fue así, ¿qué podría pasar si los ídolos del público local siguen avanzando rondas? Sin correr más de la cuenta, deben festejar que ya están en unas semifinales y prepararse para lo que les espera: un duelo ante los actuales número 1 del mundo.

Lo cierto es que los cuatro protagonistas de esta noticia ofrecieron un espectáculo insuperable. Cristian y Matías habían brillado en todos sus encuentros anteriores en este torneo y se apuntaron el primer set gracias a un break logrado en el séptimo juego, al servicio de Jordi. La igualdad fue máxima de principio a fin y así quedó patente en una segunda manga en la que no hubo roturas. Tuvo que decidirse en una muerte súbita que cayó del lado Paquito y Jordi, momento en el que comenzó la verdadera locura en la tribuna, alentados desde la pista por el carismático jugador sevillano.

En el tercer parcial, comenzaron mejor los vencedores, que se beneficiaron de algunos problemas físicos de Matías, que no quiso utilizar como excusa después de la derrota. El break al servicio de Matías Díaz en el tercer juego pareció inclinar la balanza a favor de Jordi y Paquito pero la alegría sólo les duró tres juegos… Sus oponentes se recuperaron en el sexto y todo apuntaba a lo que terminó sucediendo: una nueva definición en el tie break… ¡¡Por si aún no había demasiada emoción!!

Se palpaba que los nervios estaban a flor de piel, que la adrenalina se había desatado, que las pulsaciones estaban a 200. El árbitro no se cansaba de pedir silencio, los entrenadores no sabían cómo colocarse en sus banquillos. Era el momento decisivo y, desde el primer punto, todo rodó a favor de los españoles que no tardaron en lograr una renta de 6-1. 

Faltaba sólo un minuto y cuarenta segundo para que se cumplieran las tres horas de partido. La pelota viajó de un lado a otro hasta que Paquito la cruzó a la esquina de Cristian y la devolución de éste se murió en la red.

Un gran grito, un emotivo abrazo, la pausa para el correcto saludo con sus rivales y, a partir de ahí, la locura, los gritos de «vamos, vamos», la pala que volaba, la gente que aplaudía, otro abrazo entre ellos, los besos y esa última celebración con Ramiro, el entrenador, los tres juntos saltando. Desde luego, no era para menos.

Padel Spain .- Tras casi tres horas de partido y con un público volcado a su favor, la mejor pareja española se impuso por 4-6, 7-6 y 7-6 a los campeones de los torneos de A Coruña y Santander, con lo que desataron la locura de los más de 3.300 aficionados que colmaron las gradas del Martín Carpena.
Hubo numerosas imágenes que ya quedarán para siempre en  nuestras retinas… Las irreprimibles lágrimas de Paquito, la eterna e imborrable sonrisa de Jordi o la descarga emocional del entrenador Ramiro Choya, celebrando con el puño cerrado desde el banquillo, fueron algunas de ellas.
Otra fue un hecho inédito en una pista de pádel… Y es que más de 3.300 personas se pusieron de pie para aplaudir y vitorear a los vencedores… ¡¡En un partido de cuartos de final!! Si fue así, ¿qué podría pasar si los ídolos del público local siguen avanzando rondas? Sin correr más de la cuenta, deben festejar que ya están en unas semifinales y prepararse para lo que les espera: un duelo ante los actuales número 1 del mundo.
Lo cierto es que los cuatro protagonistas de esta noticia ofrecieron un espectáculo insuperable. Cristian y Matías habían brillado en todos sus encuentros anteriores en este torneo y se apuntaron el primer set gracias a un break logrado en el séptimo juego, al servicio de Jordi. La igualdad fue máxima de principio a fin y así quedó patente en una segunda manga en la que no hubo roturas. Tuvo que decidirse en una muerte súbita que cayó del lado Paquito y Jordi, momento en el que comenzó la verdadera locura en la tribuna, alentados desde la pista por el carismático jugador sevillano.
En el tercer parcial, comenzaron mejor los vencedores, que se beneficiaron de algunos problemas físicos de Matías, que no quiso utilizar como excusa después de la derrota. El break al servicio de Matías Díaz en el tercer juego pareció inclinar la balanza a favor de Jordi y Paquito pero la alegría sólo les duró tres juegos… Sus oponentes se recuperaron en el sexto y todo apuntaba a lo que terminó sucediendo: una nueva definición en el tie break… ¡¡Por si aún no había demasiada emoción!!
Se palpaba que los nervios estaban a flor de piel, que la adrenalina se había desatado, que las pulsaciones estaban a 200. El árbitro no se cansaba de pedir silencio, los entrenadores no sabían cómo colocarse en sus banquillos. Era el momento decisivo y, desde el primer punto, todo rodó a favor de los españoles que no tardaron en lograr una renta de 6-1. 
Faltaba sólo un minuto y cuarenta segundo para que se cumplieran las tres horas de partido. La pelota viajó de un lado a otro hasta que Paquito la cruzó a la esquina de Cristian y la devolución de éste se murió en la red.
Un gran grito, un emotivo abrazo, la pausa para el correcto saludo con sus rivales y, a partir de ahí, la locura, los gritos de “vamos, vamos”, la pala que volaba, la gente que aplaudía, otro abrazo entre ellos, los besos y esa última celebración con Ramiro, el entrenador, los tres juntos saltando. Desde luego, no era para menos

 

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