El pádel está viviendo un crecimiento sin precedentes a nivel mundial. Lo que empezó casi por casualidad en México en 1969, de la mano de un empresario aficionado al tenis, se ha transformado en una industria robusta con una notable expansión, que está marcando su lugar en mercados emergentes y consolidados. La creación de un club de pádel es apasionante, pero no es una labor sencilla; requiere planificación, análisis y una visión clara desde el inicio.
Actualmente, España es el epicentro mundial del pádel, lidera en número de pistas y acoge a los mejores jugadores, entrenadores, fabricantes de pistas, marcas de palas y gestores. Este liderazgo conlleva una responsabilidad: exportar el conocimiento adquirido a nuevos mercados que están descubriendo este deporte. Un 90-95% de las pistas operativas en nuestro territorio ratifican la madurez del mercado español. Esto no implica que no haya oportunidades, pero sí subraya la posibilidad de un crecimiento más acelerado fuera de nuestras fronteras, especialmente en países donde factores como la normativa, la disponibilidad de terrenos y la cualificación del personal contribuyen a este objetivo.
El avance del pádel en un nuevo territorio sigue una estructura de desarrollo piramidal. En la base se encuentran los jugadores principiantes, que requieren conocer las reglas y equiparse. Conforme el deporte gana popularidad, surgen nuevas demandas: academias, torneos, ligas y eventos nacionales. En la cúspide se ubica el pádel profesional, un escaparate que impulsa la adopción del deporte y refuerza su atractivo. Es importante entender este recorrido para poder ofrecer servicios adaptados a las necesidades de los clientes en cada etapa.
Crear un club de pádel competitivo requiere prestar atención a tres pilares fundamentales: ubicación, presupuesto y personal.
Es fundamental elegir con precisión la ubicación. Un área con una población mínima de 50.000 habitantes, buen nivel adquisitivo, accesos cómodos y un entorno empresarial dinámico proporciona una base sólida de negocio. Las características de la ubicación también determinará la oferta de servicios del club, que puede variar significativamente entre una instalación urbana y una en un polígono industrial.
El presupuesto para el alquiler del espacio es también imprescindible para asignar recursos con precisión. Decisiones como el tamaño de la casa club, ya sea de 300 o 500 metros cuadrados, pueden marcar la diferencia en la rentabilidad. En España, se recomienda negociar contratos de alquiler a largo plazo, de al menos 15 años, dado que la recuperación de la inversión puede tardar entre 5 y 7 años. El gasto debe mantenerse dentro de los límites sostenibles, aproximadamente 500 euros mensuales por pista en terreno bruto o 1.000 euros en nave. La compra de terrenos o edificios sólo tendría sentido si el coste es inferior al valor de 15 años de alquiler.
La gestión del equipo es el reto más complejo y, a la vez, el más determinante. A diferencia de los años 2000, cuando el personal representaba hasta el 60% de los costos operativos, hoy en día se busca reducir esta cifra mediante el uso de la tecnología. Aplicaciones como Playtomic permiten a los usuarios reservar pistas y organizar partidos de forma autónoma, mientras que sistemas como Smart Padel automatizan aspectos como la iluminación y el acceso a instalaciones, reduciendo la carga de trabajo del personal. Esto permite estructuras de personal más ligeras, con managers multitarea capaces de resolver problemas y agregar valor.
La tecnología no solo optimiza los recursos, sino que también mejora la experiencia del cliente. En un sector donde la satisfacción del usuario es clave, eliminar tareas repetitivas permite al personal centrar en brindar un servicio de calidad. En La Vida Padel, hemos adoptado soluciones tecnológicas para nuestras operaciones, que demuestran cómo estas herramientas pueden ser aliadas para lograr eficiencia y fidelización.
Internacionalmente, el pádel está atrayendo inversiones institucionales, con grupos que gestionan cientos de pistas en pocos años. En España, sin embargo, la industria permanece fragmentada; sólo el 2% de las pistas pertenece a grandes operadores. La visión de futuro de las empresas de pádel es clara: consolidarse en la Península Ibérica y liderar su evolución mediante adquisiciones, asociaciones y nuevas construcciones, para luego expandirse a países como Reino Unido, Estados Unidos o incluso Oriente Medio.
Montar un club de pádel puede ser un desafío, pero también una oportunidad apasionante. Con una estrategia sólida, una planificación cuidadosa y pasión, es posible convertir esta idea en un negocio rentable y satisfactorio. Porque, al final, no se trata solo de jugar al pádel, sino de vivirlo.
Ricardo de las Heras, ex jugador de pádel y emprendedor
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