Cuando se enfrentan dos parejas de este calado y una de ellas consigue un resultado tan abultado como el visto en la final, es que ha rayado a un nivel excelso, imperial, sobresaliente. Y en esta ocasión así ha ocurrido.
La final de Génova ha tenido, por encima de cualquier otra cosa, un nombre propio, el de un jugador solvente y resolutivo, mastodóntico en lo físico y en la toma de decisiones: Alejandro Galán.
El madrileño prácticamente ganaba la final del torneo él solo (sin desmerecer en absoluto a un Federico Chingotto que le supo acompañar, rascar y crear dudas, que atacó siempre por el lado más débil), obteniendo una estadística inmaculada: 0 errores no forzados. Y conseguir eso ante Agustín Tapia y Arturo Coello son palabras mayores.
Desgraciadamente para el público, no hubo historia en la final genovesa, pues cuando las campanas repiqueteaban empezó la acción y cuando volvieron a hacerlo, pasada una hora, ya había terminado todo y dos jugadores sonreían y se abrazaban.
Chingotto, pequeño en estatura pero enorme en desparpajo y bemoles, supo volver a la estrategia que había realizado tiempo atrás, fijar a Coello con globos profundos, bandejas con peso y voleas que levantaban poco o nada del suelo, evitando que entrase con su potente zurda y, por ende, que Tapia se preocupase también por no subir mucho para no dejar el cruzado desprevenido ante la muñeca caliente de Galán.
Y es que el de Leganés estaba en todos lados, a la izquierda, a la derecha, arriba, abajo y también fuera de pista, cubriendo todo, con un físico imperial que volvía locos a los de Martín Canali, especialmente cuando el de Valladolid sacaba, pues perdía una y otra vez su servicio (lo hizo con el 0-1 al inicio, con el 1-4 y también con el 0-2 en el segundo set). Hablaba Arturo de que iba a igualar la pelea y que quería que Tapia fuese el factor diferencial, pero no encontraba la manera y cada vez la distancia era más grande, concluyendo en apenas 45 minutos una final que ha entrado ya en los libros de historia.
El 1-6 y 1-6 de Galán y Chingotto es ya la final más rápida en la historia de Premier Padel y sus campeones, el de Leganés y el de Olavarría, siguen convirtiendo sus actuaciones en obras de arte y presentando una candidatura cada vez más firme.
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