Desde luego, la final de Pontevedra no va a ser una más, por mucho que suponga el tercer enfrentamiento este año entre las dos parejas presentes que, sin lugar a dudas, son las más fuertes de la competición.
A ese último escalón han llegado, por un lado, los que todavía ostentan el nº1 en la clasificación, Maxi Arce y Franco Dal Bianco, y por el otro, sus grandes rivales, ‘Tolito’ Aguirre y Gonzalo G. Alfonso, la pareja que más les está poniendo en jaque y que, por el momento, ya les ha quitado el número 1 en solitario (lo ostenta Alfonso), pero ahora lo quieren como dupla.
Porque eso es precisamente lo que hay en juego en la cita gallega, más allá de sumar un título más (el que supondría el segundo para unos y el quinto para los otros), mantener la posición de hegemonía o conquistar por primera vez. El trono está en juego.
Y para llegar a ello, dos semifinales bastante parecidas, pues llegaron por el camino del dominio y la superioridad.
Arce y Dal Bianco dejaron por el camino a Juan Ignacio de Pascual y Matías del Moral, empezando sin fisuras y poniendo un contundente 4-0 en el marcador para dejar, posteriormente, que De Pascual y Del Moral anotaran un único juego en la primera manga (6-1). Reaccionarían algo en la segunda, siendo ellos los que tomaban la delantera (0-2) pero todo fue un espejismo, porque cuando Arce y Dal Bianco empezaron a carburar, la historia terminó.
Pusieron el empate 2-2 y acto seguido escribieron el tercer juego para ellos (3-2) adquiriendo una mínima diferencia que ya no soltarían hasta la última bola (6-1 y 6-4).
En el otro partido, poca historia, pues Aguirre y Alfonso arrollaron sin compasión a ‘Tito’ Allemandi y Ramiro Pereyra en una puesta en escena magnífica, de las mejores que se les recuerdan.
Abrieron las hostilidades llevándose los tres puntos de oro a los que se llegó en los tres primeros juegos para, posteriormente, y tras conceder un juego en solitario, poner la directa a la consecución de la victoria. Mermados mentalmente, Allemandi y Pereyra sólo podían asistir al despliegue de fuerzas y magia de sus oponentes, quienes firmaban un 6-1 y 6-0 para acceder a la final.