Otra final más, otro duelo clásico entre las que, hoy por hoy, son las mejores parejas del ranking, las más regulares y las que más en forma están. Un partido que se está convirtiendo en un duelo de poder a poder que varía cada semana, cada torneo.
Tras verse las caras Ari Sánchez y Paula Josemaría contra Gemma Triay y Claudia Fernández en ocho ocasiones, decidieron que Rotterdam era un lugar idóneo para quedar por novena vez este año y, además, desempatar, pues el marcador estaba 4-4 tras ganar las segundas en Madrid hace muy pocos días.
Es por eso que las nº1 llegaban algo escocidas en su fuero interno, con ganas de revancha y de dar un golpe en la mesa, querían llevarse el torneo.
Eso sí, avisaba Claudio Gilardoni, entrenador esta vez en el banco de Sánchez y Josemaría, que aunque llegaban cansadas, había que darlo todo porque era donde querían estar, que no convenía que el partido se enredase y volviese físico porque lo iban a pasar mal. Activas y contundentes pedía una y otra vez el argentino.
Respondieron más que obedientes sus chicas, porque nada más salir, rompieron el saque de la menorquina para ponerse 1-0 y ofrecer toda una declaración de intenciones: «Venimos prendidas y con la pólvora más que preparada». Aumentaron el margen con su servicio (2-0) y a partir de ahí el set fue cada vez más asequible para sus intereses, llegando a estar 4-2 arriba y luego 5-3; en ese momento, una tímida recuperación de Claudia y Gemma (excesivamente errática en ocasiones y teniendo que defender más que viviendo en la red, donde hace daño) acercó los registros (5-4), pero no lo suficiente para que con su saque, Sánchez y Josemaría consiguieran dar el primer paso (6-4).
Lejos de conformarse, Ari y especialmente Paula, salieron más concentradas y peligrosas si cabe en la reanudación y pusieron patas arriba el 20×10. Del 0-0 pasaron al 4-0 rompiendo una y otra vez, no siendo hasta el quinto juego cuando las pupilas de Rodri Ovide pudieron estrenar su casillero (4-1).
Ese fue el inicio de su escalada, de su volver a creer en que era posible maquillar primero los números y luego crear dudas, porque como ya hicieran en el primero pero ahora de manera más contundente, se acercaron hasta el 4-3 y dispusieron de cuatro bolas para empatar, pero las desaprovecharon todas, obteniendo Ari y Paula su saque con sangre, sudor y lágrimas.
De nuevo, ese margen les valió a las líderes del ranking para tomarse el final del encuentro con algo más de serenidad y poder trabajar los puntos, consiguiendo nuevamente un 6-4 que suponía su séptimo título del año y el desempate con sus grandes rivales.
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