Una vez más quedó demostrado que la experiencia es un grado y que los años te dan un poso de valor incalculable para afrontar los partidos, tanto cuando vienen bien dadas como cuando todo se pone en contra.
Lucía Sainz y Patty Llaguno son el más claro reflejo de que una pareja con trabajo, esfuerzo, determinación y también con esa pequeña dosis de suerte que siempre hace falta, puede alcanzar altas cotas. Nunca han estado en las quinielas de favoritas pero ahora empiezan a asomarse a las semis y a las finales y poco a poco van escalando, silenciosas pero decididas.
Otro paso más han dado en Málaga, donde ante Ari Sánchez y Paula Josemaría se medían por un puesto en la final, lugar donde les esperaban Gemma Triay y Claudia Fernández debido a la baja por lesión de Bea González.
Empezarían las líderes del ranking con unas cuantas marchas más, dueñas del Martín Carpena con su servicio y apretando siempre a las rivales al resto. Se notaba que estaban más metidas y con algo más de pólvora y energía. Así, romperían hasta en tres ocasiones el saque de Llaguno y Sainz, provocando confusión en la pareja rival, que solo pudo comparecer como meras espectadoras en esta primera manga (6-2).
Sin embargo, como en ellas es habitual, se rearmaron y convirtieron sus debilidades en fortalezas; cambio total de chip para confabular un plan de ataque. Dicho y hecho, con una puesta en escena totalmente diferente en la que, pasado el ecuador del parcial, siguieron percutiendo hasta que por inercia lograron un break, rompieron la paridad y aumentaron luego las diferencias con su saque (3-6).
Quedaba el eslabón final, el que decantaría la balanza para uno u otro lado y la locura se adueñó del partido. Cierto es que Patty y Lucía obtuvieron una bola de break y se la anotaron, pero es que Ari y Paula escribieron hasta siete opciones de rotura, haciendo sufrir a las dos veteranas desde el resto prácticamente en todos los juegos. Sin embargo, sólo se harían efectivas dos de ellas, un premio algo escaso pero más que suficiente para dar un paso al frente y acabar obteniendo una ventaja mínima pero esencial para cerrar, pasadas las dos horas y media de juego, el billete a la gran final (6-2, 3-6 y 6-4).
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