Si en el apartado femenino decíamos que Ari Sánchez y Paula Josemaría habían recuperado la sonrisa, en el masculino pudiera parecer que Ale Galán y Fede Chingotto, desde que se unieran, no la han perdido nunca. La suya es una historia de amor express escrita por un gran guionista, un amor forjado a base de éxitos que les ha llevado a una unión prácticamente perfecta, porque final que pisan, final que en prácticamente el 90% de los casos va a su vitrina.
Hace apenas una semana, en Asunción, eran Agustín Tapia y Arturo Coello los que obtenían la gloria, pero ahora las tornas han cambiado y el madrileño y el de Olavarría han cosechado su tercer título en cinco torneos, unos números que impresionan, sobre todo teniendo en cuenta el poco tiempo de aclimatación que tuvieron, pero esa fase parece que decidieron saltársela.
Mar del Plata supone un triunfo muy sentimental para un Chingotto al que se le veía incluso emocionado, con una sonrisa que no le cabía en la cara; por fin está encontrando los éxitos que tanto tiempo se le habían resistido, por fin está obteniendo el mérito más ansiado de todo deportista a su esfuerzo.
Una final que fue espectacular pero que no tuvo la igualdad, al menos en lo que se refiere a los registros, de otras, porque la irrupción en el partido de Coello y Tapia fue muy superior, secando especialmente a un Galán al que se veía algo descolocado en pista, sin terminar de encenderse y sufriendo más de la cuenta aunque Chingotto intentase levantarle (6-2).
Su partido gris se pintó multicolor a la vuelta de los banquillos. Jorge Martínez le dio la paleta de colores y le encomendó la misión de hacer su propia obra maestra, y vaya si lo consiguió. Arrancó con otra cara, con las piernas frescas y con mucha más concentración, haciendo daño casi en cada acción para que los números se diesen por completo la vuelta, siendo el factor diferencial en el segundo set, obteniendo cinco juegos seguidos para escribir el 2-6 en el luminoso.
Pero ahí no se quedó la cosa, porque en el tercero se unió Chingotto a la fiesta, siendo el metrónomo sin fallos que acostumbra, pero en versión mejorada: bola que tocaba, bola que hería de gravedad a Arturo y Agustín, quienes buscaban soluciones en la pista y en el banquillo pero sin obtenerlas, andaban perdidos.
Otros cinco juegos seguidos, uno detrás de otro, permitían que Ale y Fede encendieran el recinto y se elevaran con una victoria sublime (6-2, 2-6 y 2-6), dando otro golpe sobre la mesa, recortando más puntos y también demostrando que, hoy por hoy, son la alternativa más fiable al dominio de los nº1.
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