No hay ninguna duda que, vistos los resultados (y también el ambiente y las sillas ocupadas en las gradas), la final masculina de Riad generó mucha más expectación que la femenina, como tampoco cabe ninguna duda que Alejandro Galán y Juan Lebrón querían dejar atrás su mal inicio de 2023, las lesiones y la pérdida del número 1 (ahora recuperado tras la absorción de circuitos y la »unión» de rankings).
El caso es que, en el duelo ante Arturo Coello y Agustín Tapia que el año pasado se vendía como colosal y que apenas pudimos ver (con respeto total a Franco Stupaczuk y Martín Di Nenno, también merecedores de ese honor) este año nos ha brindado ya la oportunidad de hacerlo desde el primer torneo y qué oportunidad, un disfrute total.
Hay partidos que conviene guardarlos en la hemeroteca y este es uno de ellos a pesar de que les falta ritmo de competición, pero ha sido una batalla física y táctica, duelo de colosos; una pelea constante por plantar la tienda de campaña en la red, acomodarse allí y generar estragos con las voleas y las bandejas.
Los cuatro intentaban lo mismo, ser protagonistas en el ataque, pues no en vano son jugadores de grandes recursos en este apartado, ya sea con remates (Lebrón por suerte ha recuperado este arma que se vio obligado a perder en su vuelta a las pistas en 2023), »chancletazos» o voleas al fondo de la pista. Eso, unido a que cuando intentaban tirar un globo había que hilar muy fino debido al viento, que enviaba las bolas al cristal, hizo que el choque adquiriera una condición táctica muy importante.
Batalla constante en el saque entre los cuatro, con Coello y Tapia sin dar oportunidad de un punto de break pero sin llegar a aprovechar las suyas (tuvieron hasta cinco) para marcharse en el partido. Eso provocó que, ante tal despliegue y tras pasarse y repasarse, llegaran al tie break y ahí sí, Coello y Tapia fueron mejores, poniéndose 2-5 arriba pero encontrando la respuesta de los nº1, que no regalaron nada (5-5). Un error de Lebrón en una volea fue el golpe que desnivelaría todo y concedería el primer set a los aspirantes (6-7).
En el segundo set, la situación comenzó a cambiar, pues sí aparecieron los breaks, el primero de ellos en el tercer juego, otro más en el quinto y de nuevo en el noveno, donde Coello forzó la máquina más de la cuenta y se encontró con dos errores que en partidos así y ante rivales como el madrileño y el gaditano, se pagan caros. Juego, set y empate para Ale y Juan (6-4).
La igualdad vista hasta el momento se mantuvo en el tercero, para delirio de los aficionados y de los que, pegados a la retransmisión, vibrábamos con cada acción, con Lebrón soltándose con el paso de los minutos y con Tapia haciendo caso a su entrenador, Gustavo Pratto: »Eres Tapia, juega, disfruta y haz las cosas que hace Tapia»; todo ello acompañado de un Galán soberbio en lo físico al cubrir pista y de un Coello que abarcaba mucho y buscaba siempre bolas con peso y era amenaza aérea constante.
Así, a pesar de que los cuatro querían hacer juegos, solo Lebrón y Galán lo conseguían llevar peligro, con tres puntos de break a su favor (logrando uno de ellos) que les dieron una mínima ventaja que aguantaron hasta la parte final, en la que volvieron a igualarse nuevamente y en la que, justo después, volvieron a demarrar a base de remates, primero de Galán y luego de Lebrón. Con ese arma, abrieron distancia y sellaron su primer título del año. Fuego aéreo para un 6-7, 6-4 y 6-4 y un abrazo de reconciliación total, alegría y objetivo cumplido.
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