En un partido que se esperaba bastante igualado por la forma de jugar de ambas parejas, si bien Gemma Triay y Martita Ortega partían como lógicas favoritas, nos dimos todos un golpe de realidad, pues hubo un claro desequilibrio en el primer acto.
Jessica Castelló y Aranza Osoro únicamente se sostuvieron en los primeros minutos, lo que tardó el duelo en llegar al tercer juego, en el que pusieron el 1-2 en el marcador. A partir de ahí, la nada más absoluta. El mando de las operaciones pasó al bando de Triay y Ortega que, punto a punto y juego a juego fueron acomodándose y jugando a placer. Se decía y se hacía lo que ellas querían, no había más opción, y eso puso cuesta abajo a su favor la pista con un directo 1-4, 1-5 y 1-6. Primer set al bolsillo.
Como ha ocurrido en varias ocasiones en este Master, la cosa cambió radicalmente en la reanudación, pareciendo que los banquillos quitan la inspiración a la pareja dominadora y se lo entregan a la otra por aquello de igualar la partida. Y vaya si la igualaron, porque de ese 1-6 en el que Osoro y Castelló encontraban muchísimas complicaciones se pasó a un parcial en el que emergieron como cohetes y no encontraron oposición en su aceleración, iniciando con un break ganado en punto de oro (1-0), también el segundo con Triay al resto (2-0) y ya poniendo la directa, sin freno a pesar de una ligera igualada de la madrileña y la menorquina (2-2) que se quedó en un intento más que en una realidad (6-2).
La arrancada en este segundo set de Aranza y Jessica tuvo continuidad en el tercero, si bien el golpe sufrido por Ortega y Triay les despertó y les obligó a volver a ponerse las pilas. No había opción a dejarse ir, era el todo por el todo. En ese juego de intercambios constantes el choque subió de nivel y mantuvo a los espectadores pegados a la silla, impacientes ante lo que pudiese ocurrir.
Hubo más paridad que nunca y si unas golpeaban las otras también, lo que acrecentó el partido y lo convirtió en un partidazo de intención, mordiente y mucho veneno en los golpes, especialmente en los de una Castelló que cuando acertaba creaba mucho peligro y una Osoro que, tirando de garra argentina, se crece en los finales apretados. Llegarían al 4-4 igualadas pero luego, dos juegos seguidos de Aranza y Jessica les sirvieron para la campanada, la apoteosis total, el abrazo entre ambas jugadoras por el mérito conseguido y la gran montaña escalada (1-6, 6-2 y 6-4). Primera comparecencia juntas en un Master y primera final, ¿quién da más?
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