Qué dos jugadores, qué manera de bailar, volar, fluir en la pista, díganlo como quieran. Su pádel es quizá una evolución sobre la evolución, una vuelta de tuerca más a lo que iniciaron Ale Galán y Juan Lebrón y perfeccionaron Arturo Coello y Agustín Tapia.
La versión más joven, rápida y eléctrica de los ‘Súper Pibes’ venció, precisamente, a los ‘Súper Pibes’, su espejo más inmediato, sus mentores. Tino Libaak y Leo Augsburger han conseguido llegar de la nada al todo, de las previas en las que empezaron sin puntos hace ya bastante tiempo a toda una final de un torneo.
Cuánta razón tenía Pablo Crosetti, su técnico, cuando les separó y mandó a foguearse con otros compañeros a pesar de que los resultados no llegaron y sí la frustración o el run-run de pensar qué habrían conseguido juntos si se hubiesen mantenido; pues bien, por lo pronto ahora están obteniendo respuesta todos aquellos incrédulos y opositores: llegan más hechos, maduros (a pesar de su enorme juventud) y con muchas armas en el arsenal.
Ante Franco Stupaczuk y Martín Di Nenno supieron dar un recital tras aguantar el chaparrón inicial, pues el comienzo fue claramente para los chicos de Carlos Pozzoni, con un break que aguantarían hasta el séptimo juego, donde Tino y Leo recuperarían el paso para después volverlo a perder. Otro arreón de Stupa y Di Nenno les confirió nuevamente ventaja y les entregó en bandeja el primer set (3-6).
Entonces llegaría el show de Libaaak y Augsburger cambiando el »plata o plomo» del mítico Pablo Escobar por »pólvora y fuego». Repiqueteo de ola constante en sus palas para conseguir un break y lanzarse en tromba a por el set, aumentando minuto a minuto la ventaja, sin ceder nunca, minimizando a sus oponentes y atándoles de pies y manos para que no les pusiesen en aprietos.
Las gradas disfrutarían sobremanera del tercero, pues los jugadores se entregaron totalmente a la causa y no dejaron una boca sin abrir ni unas manos sin aplaudir. Un clinic de puntos, recuperaciones, remates…más un partido de exhibición que un pase a la final, el cual se definió de la mejor manera posible, en una muerte súbita que lo fue solo para Franco y Martín, mientras que la sonrisa cómplice de Tino y Leo se alzaba en el pabellón (3-6, 6-1 y 7-6).
Esta victoria le permitía además a Leo convertirse en jugador reserva para el Master Final, por lo que la recompensa fue incluso mayor.
En la otra semifinal, Arturo Coello y Agustín Tapia se enfrentaban a Álex Arroyo y Edu Alonso y a sus propios fantasmas, pues estaban a un paso de una gesta maravillosa, conseguir asegurar prácticamente de manera matemática y salvo tropiezo máximo, el nº1 del año, algo que pocas parejas en su primera temporada de unión han conseguido.
Pero hay veces que, cuando más fácil resulta llegar, más se complica todo y Coello y Tapia llevaban una travesía por el desierto algo incómoda que, sin embargo, ante los españoles llegó a su fin.
Con un despliegue magnífico sobre la pista, sobresaliente, continuación de lo mostrado en octavo y también en cuartos, manteniendo la línea de su parte de temporada mas brillante, esa en la que fagocitaban rivales uno tras otro, volvieron a minimizar la anotación de los oponentes, apenas dejándoles pasar por caja para obtener crédito.
Un 6-2 y 6-4, mismo resultado del día anterior, les ponía en órbita directamente en la final, por la vía rápida, y les daba además de manera virtual ese nº1 tan perseguido y soñado que a principios de temporada no estaba en sus planes en 2023, pero que por méritos propios se han ido labrando y que conseguirán oficialmente con el simple hecho de presentarse en el Master Final, aunque no ganen un solo partido.
Habrá que ver si ante la versión ‘Generación Z’ de los ‘Súper Pibes’, Tino y Leo, son capaces de mantener el nivel de juego y la dinámica anotadora.