Rebosaba de público el Foro Itálico. Un hervidero de aficionados con la retina aún asimilando la final femenina que acababan de ver pero dispuesta ya a seguir disfrutando de pádel con los chicos.
Aparecían por la pista cuatro contendientes de los que enamoran a la grada. Por un lado los grandes favoritos, eclosión pura de pádel, Arturo Coello y Agustín Tapia y por el otro, el ídolo de masas local y jugador de tranquilidad fuera y pólvora dentro al lado de un arquitecto puro, Paquito Navarro y Fede Chingotto.
Un choque inesperado al que se presentaban estos dos últimos tras un torneo fabuloso, en el que ya eran triunfadores por lo conseguido pero claro, las finales son para ganarlas y desde el primer servicio, Paquito y Fede fueron a por ello.
Conscientes de que por potencia y juego aéreo sus rivales eran infinitamente superiores, se dedicaron a manejar la bola con calma, amasarla, quitarle la velocidad extrema que casi siempre traía e intentar jugar con fantasía, receta en la que, especialmente Chingotto, disfruta. Porque el argentino, escudo antibandejas y bajadas de pared, es un artista en conseguir lo imposible, en sustentar el juego y en restarle voltaje a los partidos.
Desde el drive supo manejar bien a los dos jóvenes, que no obstante siempre sumaban, lo que irremediablemente llevó el choque por el camino de la igualdad absoluta hasta el tramo final. Conseguían los cuatro salvar sus respetivos servicios no sin problemas (cuatro de cinco Paquito y Fede y tres de tres Arturo y Agus) y solo en una ocasión romperían Tapia y Coello, bonus que aprovecharon al máximo, pues fue la llave que les abrió la primera manga en sus postrimerías (7-5).
No le perdieron la cara al encuentro Navarro y Chingotto, que parece que juegan al tran-tran pero van tejiendo una tela de araña que termina por envolverte y el andaluz, que encima era animado una y otra vez por el público, quería esta vez ganar y no quedarse a las puertas como el año pasado.
Así arrancarían el segundo de la mejor manera posible, con un break que no recuperarían sus oponentes hasta el octavo juego, momento crucial, porque eso quiso que el encuentro viviera un final más dramático si cabe: un tie break. En la muerte súbita, ya sí que no hubo discusión ni posibilidad de no agresión.
La pareja nº4 salió a por todas, a comerse el partido y a descerrajar siempre que podían con sus tiros, lo que obligaba a Navarro y a Chingotto a jugar muy finos para no cometer errores ni beneficiar el estado de gracia de sus rivales. Pero fue en vano. Porque Arturo y Agustín querían otro título más, el primero en Premier Padel, y con un parcial de 7-2, lo consiguieron, obteniendo el definitivo 7-5 y 7-6 que les hace tocar metal también en este circuito. Su hambre no tiene fin.
Otro título más para esta jovencísima pareja que quiere seguir rompiendo moldes, que ya es campeona también en Italia y que sigue quemando etapas y torneos.
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