Si el duelo en la final femenina se ha convertido en una especia de derbi o clásico, como prefieran ustedes llamarlo, el de la masculina, con respeto a la ausencia de los números 1, parece que tiene visos de convertirse en lo mismo, porque en la pelea por el entorchado, esta vez en Bruselas, estarán presentes las dos duplas más habituales, por un lado los incombustibles e imbatidos y por el otro, la gran alternativa al dominio impuesto.
El resultado de Arturo Coello y Agustín Tapia, por amplio, ya ni sorprende, es su ‘modus operandi’, su habitual rendimiento independientemente de quiénes estén delante o del tipo de pista. Llegan, apabullan, destrozan y se van. Parece fácil y aunque no lo es, ellos hacen como si lo fuera.
Sus rivales, desde luego, no eran asequibles: Paquito Navarro y Fede Chingotto, regresando ambos a un territorio que en el pasado era suyo y en el que prácticamente vivían cada fin de semana, las semifinales. Quizá esa falta de costumbre de los últimos tiempos provocase que saltasen a la pista algo nerviosos y que no fuesen capaces de encauzar su juego, todo lo contrario que al otro lado de la red, donde la efervescencia, el acierto, la potencia y la gama imponente de recursos son un habitual.
Coello y Tapia avisaron desde el minuto 1, con un remate sobre la línea del español que, afortunadamente, el más listo y rápido de la clase, Chingotto, pudo recoger desde fuera y mandar a la red rival ante el aplauso del público. Habría espectáculo. Un espectáculo que se mantuvo durante todo el set a pesar de que aparecieron las diferencias demasiado pronto, con el 2-2 en el marcador, momento en que el de Catamarca y el de Valladolid pusieron el freno a la producción a cuentagotas de Paquito y Chingotto. Empezaron a marcharse en el marcador y terminaron por abrochar el set de la misma manera que lo habían empezado, aunque al revés: esta vez remataba Paquito y salía Agustín a recoger la pelota desde fuera de la pista e incrustarla en la red rival (6-2).
Se atisbaba un conato de rebeldía por parte del andaluz y su menudo compañero al romper el saque rival en blanco en la reanudación, pero nada más lejos de la realidad; volvieron Agus y Arturo a encender los motores y el partido fue suyo otra vez. A pesar de ello, Paquito se divertía como hacía tiempo que no lo lograba y contagiaba a un Fede que de vez en cuando creaba también fantasía, aunque nada de eso fue suficiente como para intentar echarles mano a los líderes de la Race. El ‘Equipo A’ acababa con un 6-2 y 6-3 y los dos pies en una nueva final.
Después vendría un duelo de magia total y entrega, de recursos ilimitados. ‘Sanyo’ Gutiérrez y ‘Momo’ González ante Martín Di Nenno y Franco Stupaczuk.
Con un mejor inicio de ‘Sanyo’ y ‘Momo’, pareja que vivía su primera semifinal en su debut,se ponían por delante merced a un break que, sin embargo, no servía para que los ‘Super Pibes’ perdieran de vista el marcador. Tanto fue así que se mantuvieron siempre al acecho ante un posible error para hincar el diente, pero ‘Sanyo’ es de los que saben atar un resultado y no permitió que se le escapara en ningún momento (6-4).
Sin embargo, dolidos en su fuero interno, Stupa y Di Nenno salieron hambrientos, en el segundo, una reacción imperial y nada sencilla que les permitió arrasar, literalmente, en la segunda manga. Asistieron impertérritos los de Claudio Gilardoni al espectáculo de hambre y crecimiento que se fabricaron Martín y Franco, conscientes de que tenían que hacerlo muy bien de principio a fin para derrotar a una pareja que estaba jugando muy sólida. Y lo lograron. Con un parcial arrollador, empataron el partido (0-6) y llevaron todo a la resolución del tercero.
De nuevo el andaluz y el argentino se iban a colocar con ventaja en el marcador primero, certificando el break y ampliando la ventaja (3-1, 4-2 y 5-3 al resto), si bien los de Carlos Pozzoni conseguirían, en un giro de guion, agarrarse al tapete azul e igualar todo (5-5). Ahora ya sí que sin miramiento alguno, pusieron la pólvora restante en sus palas y mandaron el partido al desempate, un lujo de final, y allí, los ‘Super Pibes’ crecerían un poco más que sus adversarios para meterse en la pelea por el título (6-4, 0-6 y 6-7).
No cabe duda que la gran sorpresa sería la derrota del binomio hispanoargentino y todo puede ocurrir en un partido y más en una final pero pase lo que pase, se han ganado el beneficio de ser la clara alternativa a luchar por el número 1 en una aclimatación excelsa y un acople digno de estudio. Lo que ocurra a partir de que la bola eche a rodas, solo servirá para que gane el pádel.
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