El final de las previas femeninas se aventuraba disputado en todos sus partidos pero solo uno cumplió con el guion. Únicamente uno de los choques demostró con números lo que había en juego, al tiempo que los otros tres, por un motivo u otro, terminaron por mutarse en un camino plácido para las vencedoras finales.
Cuatro partidos únicamente tuvimos en el apartado femenino, los cuatro que tenían un premio extra con la victoria, llevarse en el bolsillo el acceso al cuadro final.
Las primeras en conseguirlo fueron Raquel Segura y Lourdes Pascual, dando una campanada ante Arantxa Soriano y Sandra Bellver, un resultado que sobre el papel era inesperado por motivos de ranking pero que finalmente tuvo lugar, pues la salida de Segura y Pascual fue en tromba, sin medias tintas, apretando cada pelota con suma intensidad.
Así conseguirían un marcador amplio forjado con varios breaks que tendría continuidad con otro en el que Sandra y Arantxa despertaron algo más y pudieron igualar las revoluciones. Esta vez las fuerzas sí estuvieron más parejas pero un break terminó por ser la nota discordante y separarlas en el marcador, concluyendo el partido con un 6-2 y 7-6.
Con mucha más tranquilidad y un dominio total, Sara Pujals y Jimena Velasco obtuvieron un partido convertido en monólogo y un marcador autoritario, un doble 6-2 sobre Amanda Girdo y Helena Wyckaert en el que no hubo apenas discusión sobre la pista.
Muy parecido fue el devenir del choque entre Águeda Pérez y Sara Ruiz Soto, muy contundentes y concentradas en su estilo y táctica para poner tierra de por medio en cada manga ante Maria Eulalia Rodríguez y Ana Fernández De Ossó (6-1 y 6-3).
Y para concluir, tocaba demostrar pelea y esa corrió a cargo de Martina Fassio y Marina Pinacho por un lado, y de Lorena Alonso y Sandra Hernández por el otro. Todo lo que no habían durado los partidos anteriores se prolongó este, por encima de las dos horas y media de juego y con un desgaste frenético.
El marcador y el devenir del partido daba opciones a unas y otras, una alternativa constante en la que ninguna pareja supo cerrar del todo las vías de agua y dejó siempre un resquicio para que sus rivales volviesen a emerger. Una y otra vez el partido se embarraba y convertía en puntos largos y disputados, juegos que parecían no tener fin y opciones para que cualquiera de las dos parejas se pusiera por delante con claridad pero o bien la suerte o bien los errores no forzados, cambiaban la tendencia.
Así, finalmente, serían Martina y Marina las que, remontando, conseguirían la victoria con un 4-6, 7-6 y 6-4, completando el cuarteto de clasificadas.
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