Esperábamos espectáculo en la final de Chile, pues los nombres y el recorrido de ambos anunciaban pádel y del bueno que aunque lo hubo, quedó desgraciadamente tapado y manchado por un error arbitral de bulto que nadie entendió y, sobre todo, por el hecho de que una acción no pueda rearitrarse justo en el momento posterior.
El caso es que Ale Galán y Juan Lebrón, quienes venían con la intención de empezar a poner títulos en sus vitrinas este año y estrenar su casillero de victorias, lo intentaron de una y mil maneras, pero se marchan a Paraguay de nuevo con el contador a cero, mientras que sus más firmes rivales, Arturo Coello y Agustín Tapia, volvieron a rascar (y ya van tres) y presentar su candidatura de manera definitiva.
Arrancarían las hostilidades con un estadio repleto de aficionados y con los cuatro jugadores sabiendo guardar muy bien sus respectivos saques, lo que supuso que el marcador fuese en ambos bandos de la mano (2-1, 2-2, 3-2, 3-3…) hasta que en el décimo juego rompían la cadencia Coello y Tapia, anotándose el único break de este parcial para dar un primer paso muy importante (4-6).
El segundo comenzó igual si bien poco a poco el ‘Mozart de Catamarca’ y su compañero se lo creerían más y conseguirían jugar a un nivel espectacular, no solo aguantando la lluvia de golpes de los de Mariano Amat, sino también respondiendo con igual intención y potencia. Coello terminaría el segundo set como un ciclón, haciendo punto tras punto, así hasta seis seguidos de siete para conseguir el parcial definitivo hasta que se montó el lío. Con 3-5 para él y Tapia y 30-30 en el marcador, hace una volea-remate rápido que toca en el último milímetro de pista, algo que desde la retransmisión dan por buena (indicándolo en el marcador con un 40-30) así como en un principio el árbitro que luego rectifica (30-40) siendo Ale Galán el único que se entera de ello.
El caso es que el punto siguiente lo gana Tapia con un remate al que no llega Galán ni corriendo fuera de la pista y los dos jóvenes y todo el estadio lo celebran pero cuando están dando la mano a Lebrón, viene Galán y dice que la bola anterior la había cantado mala el juez árbitro, lo que hace aparecer el desconcierto en el propio Juan Lebrón, Tapia y Coello, así como sus quejas y el abucheo del público, aunque en la megafonía se escucha claramente cómo Honorio García dice »juego, set y partido».
Nadie entendía nada y Coello decía que para él, el partido estaba terminado y que no volvía a pista, pero las circunstancias obligaban. Ello implica que se jugase un punto de oro que el madrileño y el andaluz ganarían (faltó en gran medida que exhibieran deportividad y que se dejaran ganar puesto que ya lo habían perdido pero tenían una vida extra por un error grosero del árbitro, pues el propio Nacho Palencia a pie de pista decía que era un error del colegiado y que, habiendo pasado ya, no se podía corregir), terminando por forzar luego el tie break y ganándolo, llevando la resolución al tercer set.
La batalla continuó intentando olvidar la trifulca y el robo del punto con los cuatro descerrajando cada pelota, rematando, corriendo y haciendo que el público se pusiera en pie y aplaudiera cada pocos minutos, pasando de largo las dos horas de encuentro, pero con Coello y Tapia gritando más que nunca y metiéndose al respetable en el bolsillo.
El toma y daca en que se convirtió la central terminaría con la justicia merecida que no tuvo antes. Los nº2 alzarían el trofeo con un inconmensurable 4-6, 7-6 y 5-7 elevando los brazos al cielo, abrazándose e intentando bajar revoluciones para que en la entrevista post-partido no saliesen a relucir malos comentarios. En eso demostraron que tienen mucha clase y que a pesar de su juventud, la educación siempre va por delante. Lo importante es centrarse en lo deportivo y en que van 3-0 respecto a Galán y Lebrón, cuya imagen queda en parte perjudicada por su hacer en la pista, si bien no fue culpa suya el devenir de los acontecimientos pero sí la manera de actuar en un determinado momento.
Los comentarios están cerrados.