Ha tenido que llegar el torneo de México, el escenario histórico por excelencia, para que Juan Tello pusiera fin a su eterna búsqueda de gloria, a su pelea contra sí mismo y contra los rivales, a su encontronazo constante contra un muro que le impedía tocar un título.
No ha sido junto a su amigo y »hermano» Fede Chingotto, lo que sin duda hubiera disfrutado más todavía, pero la emoción que destilaba al conseguirlo al lado de Paquito Navarro salía de cada poro de su piel. El pádel se lo debía y en un año tan duro ha encontrado, por fin, recompensa.
Y la recompensa llegaba ante dos titanes como Franco Stupaczuk y Pablo Lima o, lo que es lo mismo, electricidad y resiliencia en pista, vuelo y garra, una pareja que conjunta grandes virtudes en dos jugadores muy diferentes, lo que significa que para ganarles tienes que dominar facetas muy diversas en el juego y eso quedó demostrado en la final.
Porque el primer ya anticipó lo que estaba por venir: pelea en el barro. Los servicios se ganaban a ambos lados de la red, por lo que nadie era capaz de romper la baraja y adelantarse en el marcador, lo que obligó a los cuatro a llegar al tie break donde ya sí que no había margen de error. Ahí, Paquito y Tello tuvieron una pizca más de suerte pero mucha más inercia y con un 2-7 consiguieron el primer golpe (6-7).
Eso no hizo sino encender a Stupa y a Lima, cuyo arranque del segundo fue fulgurante y digno de estudio, pues pasaron a un rápido 3-0 para decir: »aquí estamos y lo vamos a pelear». De hecho, ese 3-0 se les quedó corto y decidieron ir a por más, en un ejercicio casi perfecto de pádel que impedía en cada una de sus acciones que Tello o Paquito pudiesen entrar al choque. Pura efervescencia para un 6-1 demoledor.
En el tercer y definitivo set íbamos a recuperar la igualdad, sin roturas de servicio por parte de ninguna pareja, al menos hasta el 5-5, pues justo después el binomio hispanoargentino tendría una opción de break para sentenciar el choque que no dejaría ir, pues tal y como estaba el partido, era oro puro. Así, lograrían cerrar con un 6-7, 6-1 y 5-7 un partidazo y coronarse, por primera vez juntos, en la tierra del pádel.
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