El comienzo de la temporada no podría haber sido más satisfactorio para Alejandra Salazar y Gemma Triay. Tras poner fin a la pretemporada (problemas de COVID-19 de por medio para Ale), llegaban a este primer torneo con la lógica vitola de favoritas y, sin haber alcanzado todavía su máximo nivel, se han encargado de certificarlo.
Ante las que se presentan como sus principales rivales este año, Ari Sánchez y Paula Josemaría, la cita se presentaba de enjundia y no desmereció a pesar de que el resultado final pueda decir lo contrario.
De hecho, el arranque de Ari y Paula fue mejor, con un break a su favor que les puso rápidamente por delante, sin casi tiempo a sentarse en los asientos, pero Gemma y Ale supieron no ponerse nerviosas, mantener la calma y sacar a relucir sus armas. Desde ese momento, anularon la desventaja y, con tres roturas seguidas, cambiaron radicalmente el guion, pasando a dominar el juego y el marcador para cerrar por completo el set (6-2).
Ese empuje las dio alas, las hizo venirse más arriba si cabe y ya no ponerse ningún freno. Gemma y Ale empezaron a dominar a su antojo, a fabricar puntos en cada centímetro de la pista, a prácticamente bailar sobre el 20×10 y a ver cómo sus oponentes no podían contestar a su intensidad. Josemaría y Sánchez, por más que lo intentaban, se topaban una y otra vez con la cruda realidad del crecimiento incesante de la madrileña y la balear, que lograron hacerse también con el segundo set con los mismos dígitos (6-2 y 6-2) para poner la primera muesca del año en su cinturón.
Partido y torneo en Miami, y declaración de intenciones: este año van a ser todavía más fuertes.
Los comentarios están cerrados.