Los nombres de los finalistas y el propio público merecían el espectáculo que se vería posteriormente en la finalísima. Era un choque de altura entre cuatro de los jugadores más en forma y mejores de la competición y no desmereció en absoluto. Paquito Navarro y Martín Di Nenno contra Juan Tello y Fede Chingotto, los cuatro en busca de su primer título como pareja.
Empezó la final mucho mejor para Paquito y Martín, no solo más metidos, sino que la clave fue que cometían menos errores, tanto forzados como no forzados. Eso penalizó demasiado a los argentinos, que no encontraban la fórmula para hacer daño al andaluz y a su compatriota.
Ello provocó que el 0-0 inicial se convirtiera en un 0-3 y luego en un 0-4, con Gaby Reca (otra vez se veía el Maestro contra su »alumno» Rodri Ovide, como en el duelo de chicas) desesperándose en el banquillo ante la incapacidad de sus chicos de hacer pie en el partido y mostrar la imagen dada el sábado contra los números 1.
Finalmente, en el quinto juego, estrenaron su marcador poniendo el primer punto a su favor, lo que frenó ligeramente la sangría. De ahí se pasó al 1-5 y a que Paquito y Martín restasen para poder llevarse el partido.
No lo lograron y Juan y Fede fueron capaces de sumar otro punto a base de pelea (2-5) y apretar ahora ellos desde el resto para intentar recuperar uno de los breaks, pero es que Navarro y Di Nenno estaban muy firmes en la red y no dejaban que Chingotto subiese nunca a presionar con sus bloqueos y sus voleas, lo que les confirió cuatro pelotas de set para ellos; no aprovecharon la primera, sí la segunda con un gran remate paralelo del ‘Superpibe’ Di Nenno (2-6 y set al bolsillo).
Esquivaron Juan y Fede con punto de oro la posible rotura a su saque en el inicio del segundo parcial, otra vez con problemas y teniendo que pelear más de lo deseado. Pero poco a poco fueron mejorando y lograron, en el cuarto juego, romper por fin por insistencia el saque de los chicos de Rodri Ovide, poniendo cierta ventaja en el luminoso (3-1).
Otro punto de oro en el quinto juego, esta vez al saque de Chingotto (todos habían sido en su saque) toda vez que en este segundo set hubo muchos problemas para conservarlo; de nuevo, un buen primero que a la vuelta se convertía en un potente remate del »Gato» Tello y en el 4-1.
Un nuevo break más, esta vez en el octavo juego, para recuperar Paquito y Martín uno de los dos perdidos y estrechar un poco más el cerco (3-5). El partido ganaba en emoción, en intensidad y, ahora sí, en pelea en ambos lados de la pista con Fede sacando para cerrar el set y Tello corriendo a todos los lados, barriendo de derecha a izquierda; lo tuvieron todo a favor con 40-15, y de nuevo, punto de oro, el cuarto con el saque del pequeño jugador de Olavarría y, como en el anterior, hubo tercer set (2-6 y 6-3) tras elevarse por encima de todos Juan Tello con otro remate, el enésimo del duelo.
Y para quien no lo creyese posible, ocurrió. El tercero aumentó todavía más el nivel, más la exigencia y por ende, el desgaste de los cuatro, que corrían a todas las bolas para no perder nunca la iniciativa. Caminaba en medio de una igualdad máxima, de un brillo imperial de focos para alumbrar a cuatro grandísimos protagonistas; la tensión se mascaba y todos estaban dando lo máximo que tenían.
Lograban recuperar la desventaja Chingotto y Tello a base de aguante titánico y pasar del 2-5 al 4-5 y saque para el »Ratón» y el »Gato» al tiempo que Di Nenno empezaba a acalambrarse y tenía serios problemas para caminar. Empezó entonces la épica con Di Nenno sin poder casi andar, Tello con el bíceps muy cargado y un Paquito exultante, sublime, que se echó el último punto a la espalda hasta que Tello falló una bola a la red y les dio el ansiado título (2-6, 6-3 y 4-6) y también el 2-0 en estas finales a Ovide sobre Reca.
Emoción máxima, un beso a sus rodillas y, sobre todo, lágrimas desbordadas de un jugador que, como él mismo decía, sólo quería vovler a jugar al pádel, a disfrutar y que, a su vez, hizo que todos nos conmoviésemos una vez más con su historia y que, como dijo Paquito, »todos seamos Martín Di Nenno».
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