En esta ocasión queremos traeros un nuevo artículo firmado por el puño y letra de todo un especialista en este deporte, Martín Echegaray, una de las personas con mayor recorrido, anécdotas y vivencias del pádel, que a través de todo lo que ha vivido pretende enseñarnos y mostrarons el pádel desde un punto de vista diferente.
En el artículo que aquí os traemos nos habla de Juan Martín Díaz en una especie de fábula titulada »Juan Martín Díaz y la cigarra», en la que repasa lo que supsuo la figura del »Galleguito» en sus inicios así como su crecimiento e impacto en el deporte de la pala.
Os dejamos con parte del artículo.
Esta nota la escribí hace un tiempo pero ayer, después de haber estado sentado en la silla del coach en el partido de cuartos de final del WPT de Valladolid, pensé que era un buen momento para divulgarla.
»Pasa la vida y el tiempo no se queda quieto…», así comienza la canción Volver a empezar de Alejandro Lerner. Y a los que nos gusta esa canción, a medida que vamos cumpliendo años vamos dándonos cuenta de cómo una frase puede ser tan simple y tan potente a la vez. 28 años pasan rápido.
En 1993 se jugó un importante torneo de pádel en Asunción (Paraguay), un año en el que parecía que el pádel comenzaba a despegar más allá de la Argentina. De hecho llegamos a Paraguay después de haber jugado en Madrid (I Internacionales de Madrid en el Club de Campo) y en Toulouse.
»¿Viste que Ale y Roby perdieron con dos pendejos?», dijo alguno durante los primeros días de aquel torneo. »¡¿Qué?!», respondíamos todos. Que Lasaigues-Gattiker perdieran ya era una novedad, pero que además hubiesen perdido en octavos de final era directamente una mentira. No podía ser que esas dos bestias hubiesen perdido con dos desconocidos. Había que confirmarlo, se necesitaban pruebas. Era imposible que dos chicos de Mar del Plata sin mayores referencias les ganaran. Juan Martín Díaz y Leo Padovani no podían hacer eso. No estaban a la altura. Era una falta de respeto y de consideración hacia los reyes de esa época. Yo supongo que no eran conscientes de lo que hicieron porque en la siguiente ronda les ganaron también a otra pareja casi igual de fuerte: Mariano Lasaigues y el Bebe Auguste. Afortunadamente y justo a tiempo se les pasó el efecto de la pócima que habrán bebido aquella semana porque en semifinales perdieron contra el Mago Sanz y un servidor. Con alguna bola de partido a favor de ellos, y por eso digo lo de justo a tiempo. Menos mal.
»Si le dejás la bola corta al de revés (Leo) te la baja a mil con dos manos y te manda al gastroenterólogo». »El de derecha (Juan) es un zurdito que está loco y no tiene idea de pádel; juega todos tiros de tenis y las que te gana son de pedo (suerte, en la jerga argentina)». Se nota que éramos sabios del pádel.
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