Vaya dos semifinales nos dejaba el cuadro masculino en Vigo. Más pelea y desgaste no se puede pedir. Dos partidos largos, de esos en los que hay que remar una y otra vez para llegar a la orilla y en los que un minuto a menos revoluciones e intensidad de lo necesario pueden hacer que te despidas de la victoria.
Nunca es fácil enfrentarse a los números 1 y más si te llevan al límite en un primer set en el que dominan y en el que lo intentas todo pero pocas cosas salen. Ale Galán y Juan Lebrón plantearon ante Paquito Navarro y Martín Di Nenno un partido de altas revoluciones, esas aguas en las que ellos parecen ser los únicos que navegan tan cómodos, y les salió perfecto, al menos en el inicio, pues sin dejar apenas opciones a Navarro y Di Nenno, empezaron a poner tierra de por medio en el marcador hasta que se llevaron la primera manga con un amplio 6-2.
Parece que en el partido de entrenamiento preparatorio que tuvieron precisamente estos cuatro protagonistas, Paquito y Martín tomaron buena nota de por dónde se les podía hacer daño, y lo añadieron a su hoja de ruta. Así, desde ese momento emergió la figura del sevillano en su máxima expresión, dando un paso al frente, echándose la pareja a las espaldas y defendiendo y atacando como si le fuera la vida en ello.
La película cambió de actores protagonistas y ahora eran Martín y Paco los que llevaban la batuta, abriendo mucho la pista con ángulos, dando más peso a la bola y atando en corto los contragolpes y las jugadas ofensivas de los de Mariano Amat. Un Navarro desatado cada vez era más infalible en el juego y con el control total de la pista, elevó su pádel hasta igualar la contienda con un 3-6 que animaba al público y le citaba a un desenlace frenético.
Con el choque totalmente abierto, las dos parejas empezaban a asegurar su saque y la igualdad se adueñaba de la pista hasta que, en el quinto juego, se producía el break en favor del dueto hispanoargentino, una diferencia que terminaría por ser decisiva, pues amarraron los de Rodri Ovide el partido con mucha fuerza y no permitieron el contrabreak, poniendo a buen recaudo cada uno de sus siguientes servicios. Remontada de las que hacen época (6-2, 3-6 y 4-6) y primera final, por tanto, para un Martín Di Nenno imperial en la dirección del partido, junto a un Paquito Navarro que volvió a demostrar ser uno de los mejores reveses del pádel, todo ello en el día en que Galán cumplía años. Vienen enchufados y ojo porque anuncian mucha batalla.
En la otra semifinal, Fernando Belasteguín se veía ante dos excompañeros. Por un lado Pablo Lima, con quien forjó una pareja de grandes éxitos durante cuatro años y medio (siendo tres de ellos los números 1), y por el otro Agustín Tapia, un proyecto diferente a lo que nos tenía acostumbrado pero que demostró que el joven jugador tiene talento de sobra para llegar a lo más alto. Ahora, junto a Sanyo Gutiérrez, los tenía delante, y se encargó de derrotarles.
La eliminatoria empezaba a un altísimo nivel, y los cuatro jugadores saltarían a la pista al 100% para vivir finalmente otra remontada, como en el otro duelo. Eran Lima y Tapia los que en esta ocasión golpeaban primero gracias a su mayor poderío físico y a los latigazos de un Lima imperial en la contención, lo que permitía que Tapia se desatara en lo que mejor sabe hacer: aparecer en todos los lados de la pista.
Sucesión constante de breaks y contrabreaks en el primer envite para que al final se decidiera por un 6-4 para el argentino y el brasileño pero, desde luego, lo que quedaba no iba a ser un camino de rosas.
Reaccionaban ya desde el banquillo los dos argentinos con un break nada más entrar a pista, renta que iban a salvaguardar a pesar de los constantes intentos de Lima y Tapia por igualar el choque. Otro break que iba a ser decisivo y que ponía el empate a uno en los sets.
En el inicio del tercero, de nuevo fulgurantes Bela y Sanyo, con un mejor inicio que volvió a pillar a contrapié a los oponentes. Esta vez la diferencia fue más amplia (1-3) y Agus y Pablo solo pudieron conquistar otro juego más, entregados al vendaval de aguante de Bela y a los destellos de enorme calidad que Sanyo imprimía a sus golpes. Se jugaba al ritmo que ellos querían, ya fuera más pausado o más eléctrico y así la ventaja terminó por ampliarse hasta el 6-4, 4-6 y 2-6 que metía a Bela y Sanyo en la lucha por conquistar Vigo.
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