La final masculina dejó claro que en estos partidos, en los que hay tanto en juego, Fernando Belasteguín es el más listo de la clase, el que más sabe, el que está en su hábitat natural, pero también que Agustín Tapia ha iniciado un crecimiento imparable y que su maestro jedi le está ayudando a hacer a pasos agigantados.
No era nada fácil pelear ante un Javi Ruiz y un Uri Botello renacidos, que llegaban en la cresta de la ola en cuanto a motivación, sin nada que perder, pero ellos lo hicieron fácil. Descerrajaron el partido merced a un primer parcial prácticamente perfecto, en el que no se pueden poner ningún pero y que les dio ventaja en poco más de media hora (1-6).
Apenas cometieron errores los de Miguel Sciorilli, instalados en la excelencia de la estadística, con los números siempre a favor y con un Bela inconmensurable (quién diría que ha pasado de los 40) en lo táctico, físico, mental…
Salieron al segundo Uri y Javi con más ganas, ahora sí demostrando por qué habían llegado hasta tan alta instancia y apretaron el partido, la bola y el marcador, luchando con más paridad gracias a que los globos de Uri ahora sí entraban y sus bandejas también y que, a pesar de que la noche caía sobre Italia y había más frío y humedad, la potencia de las bolas de Javi Ruiz hacía más daño, pero eso era contestado inmediatamente con potentes remates paralelos de Bela y con un despliegue de 4×4 de Tapia, inconmensurable el de Catamarca.
Y aunque el choque, como decimos, se igualó bastante, un break les bastó a los dos argentinos para, en el posterior saque del más joven, lograr, punto de oro mediante, conquistar Cerdeña (1-6 y 4-6).
Victoria para Bela y Tapia merced a una enorme regularidad y a esa mezcla de un jugador incombustible que ha sido, es y será todo en este deporte y otro que va para estrella y que se está labrando un futuro más brillante aún que su presente.
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