Gran artículo el que encontramos en el blog de Marina Pinacho, la jugadora profesional y monitora de pádel. Marina nos deja esta reflexión en la que cuenta cómo es la difícil y sacrificada vida de aquellas jugadoras que, además de entrenar y competir, tienen que dar clases para poder llegar a fin de mes, lo que redunda en menos tiempo de descanso y mayor riesgo de lesiones, más dificultades a la hora de viajar para poder planificar rápidamente los regresos y no perder clases o buscarse alojamientos compartidos para que los gastos no sean excesivos.
Os dejamos con su artículo:
Perder un partido en Murcia y montarme en un coche corriendo, sin tiempo a ducharme siquiera, para no desaprovechar el favor de unas compañeras que pasan por Valladolid en su coche de regreso a su ciudad. Con suerte, llegaré a media tarde a mi club y podré dar la mayoría de mis clases del día.
Esta es una de tantas situaciones poco glamourosas por las que pasamos las jugadoras de previas de WPT, especialmente las que trabajamos como monitoras y tratamos de compatibilizarlo con la competición.
Muchas veces, algunos de mis alumnos me preguntan que qué tal el viaje, que qué chulada eso de viajar y jugar el circuito mundial profesional… Y sí, es muy motivador y es una inmensa experiencia, pero no es ni mucho menos una vida sencilla ni cómoda.
Normalmente no tengo mucho tiempo para explicarles los detalles, por eso me gustaría compartir mi experiencia ahora. Cómo es la vida diaria y los días de competición en mi caso, que seguro que es muy parecido al de muchas otras chicas WPT.
Cuando no tengo competición, un día normal en mi vida consiste en levantarme pronto, entrenar físico, dar alguna clase matinal a mis alumnos, entrenar en pista, jugar partidos de entreno, comprar y preparar algo de comer, descansar un rato y salir a dar mi tarde de clases (de momento, 5 horas y media cada tarde, de 16,30 a 22h). Cena ligera y a descansar.
Cuando me duele mucho algo (siempre me duele algo, como a casi todos los deportistas profesionales, pero afortunadamente no siempre es un dolor incapacitante), tengo que encontrar hueco para ir al fisio y que intente hacer milagros en pocas sesiones (gracias a Javi Viaña, de Fisiovega, porque es un profesional excelente y su trato es inmejorable).
El tema de las lesiones o dolores forma parte de mi rutina cotidiana. Vivo de dar clases de pádel, es mi trabajo básico (son poquísimas las jugadoras que pueden vivir solamente de los premios WPT y sus derechos de imagen), así que tengo que seguir dándolas aunque tenga episodios de epicondilitis, epitrocleitis, tendinitis en tendón de Aquiles, sobrecargas musculares… No contemplo la idea de poder parar para que la lesión se cure con reposo. Tampoco tengo presupuesto para tratamientos permanentes de fisioterapia (recuperadores musculares, masajes de descarga preventivos, aparatos súper avanzados para recuperaciones exprés que los top WPT sacan en sus redes sociales), así que intento tomarme muy en serio la parte preventiva de la preparación física (tengo la suerte de ser alumna de Nacho Coque, una figura mundial en la materia) y apañármelas con estiramientos, rulo y remedios más caseros como envolverme la zona dolorida con alguna crema y film de cocina.
Cuando hay competición, salvo cuando tengo la suerte de que se celebre en mi ciudad, la cosa se »complica».
Primero, hay que planificar cómo viajar. Cuando tienes la suerte de jugar con una compañera de tu ciudad, el viaje se hace más sencillo (se puede compartir coche o al menos ir acompañada). Cuando he tenido que ir sola, en muchísimas ocasiones esta temporada me he podido acoplar al coche de las hermanas Barciela, que pasan por Valladolid de camino hacia el sur (y menudas aventuras se pasan en su coche: pinchazos, averías…también mucha diversión, tengo que reconocerlo). Otras veces he conseguido salir desde Madrid con algunas otras amigas (tren de Valladolid a Madrid, Cercanías, y una vez que llego a su punto de salida… carretera y manta). A la vuelta, igual pero al revés. La opción de viajar sola en mi coche es la última que contemplo, por gasto y por el palo que da viajar en solitario.
Otro asunto a resolver (y financiar) es el del alojamiento. La organización de WPT solo proporciona hotel gratis a las jugadoras de cuadro final. Así que, si llegas a la ciudad del torneo para disputar la pre-previa, como mínimo tienes que pagarte alojamiento el lunes, y si pierdes al día siguiente y ya es tarde para viajar, el martes. Si juegas directamente previa, normalmente hay que hacer noche el martes. La opción de viajar el mismo día que juegas no siempre es viable (ni tampoco recomendable deportivamente para rendir lo mejor posible). Y cuando lo es… imaginad viajar- jugar- perder-viajar de vuelta.
A veces se consigue un buen hotel a buen precio, otras hay que tirar de hostal, otras un Airbnb compartido con otras jugadoras, alguna vez habitación con mi compi y su padre/entrenador…a veces tienes baño propio, a veces no, a veces las almohadas te doblan las cervicales…
Si quieres leer este interesante artículo al completo, tan solo tienes que acceder al siguiente enlace.
1 comentario en «La dura realidad de las jugadoras-monitoras WPT»
Que razón tienes y que injusto es el deporte femenino en general. Considero que deveriais de tener mas apoyo económico y no solo eso sino también más igualdad en el reparto de premios. Un ejemplo: el máster final… Premio a los ganadores masculinos 32000 ? 16.000 para cada uno. Premio a la ganadoras 7.000 ? 3.500 para cada una. CREO QUE ES INJUSTO
Los comentarios están cerrados.