Hambre voraz de seguir devorando rivales. Paquito Navarro y Pablo Lima no encuentran freno a su ambición, a sus ganas de victoria, a su capacidad para acoplarse en poco tiempo y sacar cada uno lo mejor del otro.
Uno centrado en defender y contragolpear, y el otro en atacar y barrer por arriba cualquier bola dudosa. Esta receta la llevan a la perfección y no la abandonan y les está dando un rédito increíble, prácticamente de matrícula de honor.
Y es que el andaluz y el brasileño barrían a Juan Lebrón y a un Juan Martín Díaz excelso, de 10, con sus habituales golpes estratosféricos y llevando el peso del juego de su pareja hasta que Lebrón se enchufó, y entonces el partido creció.
Sin embargo, los dos »perros de presa» que son Lima y Navarro no soltaron el dominio del juego, descerrajando la bola en cada golpe, apretando a cada minuto, lo que les valió para que los breaks cayesen de su lado y se marchasen en pos del primer parcial.
Salieron del banco en el segundo Lebrón y Juan Martín en busca de algo de inercia positiva, buscando la sorpresa, y casi lo consiguen, llegando con vida al 3-3, pero justo después, Lima y Navarro se pusieron las pilas y ya metieron la directa hasta el final (6-3 y 6-3).
El séptimo juego fue la clave para que ya no cediesen ni el andaluz ni el brasileño más terreno, más bien al contrario, consiguiesen el definitivo break que les abriría las puertas de su segunda final.
Por su parte, en la segunda semifinal masculina, Juan Tello y Fede Chingotto dieron motivos para soñar, para pensar que algún día van a estar muy, muy arriba. Sin arrugarse, peleando de tú a tú, plantaron cara a Maxi Sánchez y Sanyo Gutiérrez, a los que hicieron caminar en la cuerda floja durante las dos horas que duró el partido. Y es que a pesar de su juventud, a pesar de que llevaban muchos partidos seguidos en las piernas, Juan y Fede ofrecieron argumentos para la victoria, para hacer que los números uno no se relajaran y tuvieran que sacar su mejor aguante y los golpes de magia de Sanyo para resistir el acoso que Chingotto planteaba moviendo la bola y Tello hacía realidad golpeando desde todos los ángulos y corriendo sin descanso.
Los dos se unieron para aguantar, eso sí, hasta que pusieron Sanyo y Maxi una marcha más y cerraron el primer parcial, quizá con más diferencia en el luminoso de la que realmente se vio en la pista.
En el segundo, alentados por el público, no cejaron los jóvenes argentinos en su empeño e incluso estuvieron más cerca, a un solo golpe de break pero quizá la precipitación, la inexperiencia o el cansancio lógico que debían tener en las piernas, hizo que Sanyo y Maxi volvieran a reinar en los minutos finales, esos que muchas veces suponen la gloria. Chingotto, y especialmente Tello, fallaron más de lo que lo habían hecho hasta el momento, tanto en las voleas como en las bandejas.
Al final, resultado de 3-6 y 4-6 que les da una nueva final a los ‘Maestros’ y que reafirma a una pareja que seguro que en 2019 da muchos titulares.
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