Se reeditaba la final de la vecina A Coruña de la temporada pasada, pero esta vez con un sabor especial, doloroso y melancólico, debido a la pérdida de Bernardo Salazar, padre de Alejandra Salazar, quien a pesar de ello no había querido dejar de competir y, por qué no, brindarle al cielo un triunfo merecido.
Junto a Marta Marrero se enfrentaba a Mapi y Majo Sánchez Alayeto, auténtica pesadilla y la pareja más en forma del circuito ahora mismo pero que, en un partido donde jugaban 3 contra 2, pues Marta contaba con el aliento de su progenitor desde lo alto, supieron hacer que las Gemelas parecieran más pequeñas e inofensivas que nunca.
No es fácil conseguir que las Atómikas hagan apenas cinco juegos en dos sets, y mucho menos ganarles, pero Marta y Ale lo consiguieron a base de pundonor, de buenos golpes y de una efectividad casi del 100%. Si se mira la estadística, su número de errores es minúsculo, irrisorio, y eso fue lo que les permitió que en los dos sets la ventaja fuese tan amplia.
Las gemelas, aunque intentaban defender y atacar con uñas y dientes, no tuvieron esta vez la suerte ni la fuerza de cara y en el partido donde se lo jugaban todo, no pudieron hacer valer su físico y su potencia.
Un parón, cuando el choque marchaba 3-2 en este segundo parcial debido a una dolencia en el hombro derecho de Mapi sirvió para que las hermanas cogieran algo de aire, pero no se relajaron por contra sus rivales, sino que siguieron percutiendo una y otra vez, sin descanso, sin verse hartas de ello, hasta que acumularon varios breaks más con los que cerraron el partido (6-2 y 6-3) y su título.
Un título que quedaba dedicado a una persona. Alejandra Salazar, en mitad de la pista, el público aplaudiendo, pero ella con la mirada y los brazos hacia el cielo, allí donde le miraba su padre, el gran Bernardo, hombre fiel amante del deporte. Esta victoria va para él, que seguro sonríe. Enhorabuena a las vencedoras.
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