Vuelven a reinar. El pádel argentino está de celebración, recibiendo los elogios de todo el mundo por el excelente campeonato realizado, por cómo han gestionado Rodri Ovide y Gaby Reca al equipo y por su desempeño en la gran final ante España.
Una final que sobre el papel se anunciaba ya espectacular por la calidad de ambas escuadras pero que terminó siendo apoteósica y que tuvo de todo. En los tres partidos que se vivieron, dos de ellos fueron increíbles, con un pádel muy táctico, recuperaciones, breaks y contrabreaks, locura en ambos equipos, defensas…y partidos largos, muy largos.
En el primero, ya con las gradas del estadio llenas tras haber entrado mucho más público que en la eliminatoria femenina, donde el recinto estaba prácticamente vacío, se veían las caras Juan Lebrón y Paquito Navarro contra Agustín Tapia y Fede Chingotto y el partido ya elevó la temperatura.
Tres parciales que terminaron con un 3-6, 7-5 y 6-3 para los españoles, pero con mucho que contar, pues los de Juanjo Gutiérrez fueron capaces de remontar un primer set en el que Chingotto y Tapia les tuvieron contra las cuerdas, tirando de la veteranía de un Paquito que barría mucha pista y de un Lebrón que, aunque comenzó algo intermitente, fue ofreciendo cada vez más destellos de calidad.
A ello ayudó también el hecho de que Tapia estuvo muy castigado, primero con problemas físicos en su muslo derecho, acabando cojeando por la pista y sin casi poder correr, echándole un par de bemoles y tirando de épica, y luego con un pelotazo en el ojo que obligó a parar momentáneamente el partido. Aun así, pelearon de lo lindo y tuvieron sus opciones de victoria.
En el segundo se vestían de corto Arturo Coello y Ale Galán, potencia aérea y físico, para pelear contra los ‘Super Pibes’, Franco Stpaczuk y Martín Di Nenno quienes, como en sus tiempos juntos, dieron un recital, haciendo suspirar a los aficionados por poder verlos de nuevo juntos compitiendo.
Se juntaron y trabajaron a una, sabiendo cuándo atacar y cuándo defender, arrinconando a las dos torres de España, aculándolas al cristal y, sobre todo, logrando que Galán estuviese muy desacertado, sufriendo, nunca cómodo y sin su habitual regularidad. El madrileño entró a la final solo con el cuerpo, pues su calidad, mente y físico se quedaron fuera, lo que se tradujo en un amplio 3-6 y 2-6 para los de Gaby Reca. Había final.
Y en el partido decisivo, ya con la noche cayendo sobre Dubai, entraban en escena ‘Momo’ González y Álex Ruiz contra la veteranía, clase y experiencia total de Fernando Belasteguín y ‘Sanyo’ Gutiérrez, kilates en Argentina para contrarrestar la explosividad de Ruiz y la versatilidad de ‘Momo’.
Un espectacular duelo para terminar a vida o muerte, cara o cruz, victoria o derrota. No había margen para el error y los cuatro apretaron dientes y tiraron más de estrategia y de golpes a asegurar que de highlights y show, a excepción de un ‘Sanyo’ que de vez en cuando se sacaba golpes magistrales o de un ‘Momo’ que era a la vez correcaminos y artista, corriendo a todos los lados, infatigable, y decidiendo con precisión o potencia un punto tras otro.
Golpearon primeros los de azul y blanco con un 4-6 para después encontrar réplica, en un segundo parcial con muchos breaks y contrabreaks, por parte de los de rojo, sufrimiento agónico mediante, para llevar el partido a la tercera manga (7-5).
Y en el último tramo de partido aparecería el de siempre, el eterno, ‘Bela’, quien controlaría la situación sabiendo cuándo atacar, cuándo defender, cuándo rematar a pesar de que bajase el termómetro y la bola saliese menos, incluso en medio de la tensión del partido tenía controlado cuándo se cambiaban las bolas y cómo había que hacer daño a un Álex Ruiz que le sufrió a él y a ‘Sanyo’ toda la noche, pues a ‘Momo’ no querían verle ni en pintura. Y así, controlando todo eso, controló el partido y en el noveno juego consiguió el punto final, un 4-6, 7-5 y 3-6 gritado al cielo y dando las gracias, recibiendo los abrazos de todos sus compañeros, saltando y llorando, muy emocionado. Argentina era una fiesta, todo el banquillo fue partícipe de ello. Habían recuperado el cetro y volvían a ser los mejores del mundo, en medio del abatimiento de una España que lo peleó, lo tuvo cerca, pero falló quizá donde menos se esperaba, en el segundo partido.
El tercer escalón del podio lo ocuparía Francia tras derrotar a Portugal por 2-1.
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