Lo primero que hay que decir en esta crónica es orgullo. Orgullo y gracias. Lo primero porque todos los que han acudido al Campeonato del Mundo de Qatar han peleado (con más o menos oportunidades y minutos en pista) y se han dejado el esfuerzo más allá de lo que expresara el marcador, demostrando una confianza ciega en el equipo y su compromiso con la selección.
Y lo segundo, porque se vuelven a España con el máximo título posible, volviendo a colocar al pádel español en lo más alto del podio y superando a una gran Argentina que lo dio todo como suele, que tuvo sus oportunidades, que hizo un gran torneo pero que finalmente cayó ante los nuestros, destacando especialmente en el combinado masculino, donde partía con algo más de favoritismo que España por tener un mejor armado de equipo, pero que no pudo con la estrategia de Juanjo Gutiérrez, el seleccionador, quien decidió para la final separar a los nº1, Ale Galán y Juan Lebrón, y formar dos duplas de máxima pelea y talento.
Pero vamos por orden, porque las que primero pelearon por el cetro fueron Icíar Montes y sus jugadoras, quienes buscaban su cuarto título seguido para continuar exhibiendo músculo sobre Argentina.
En la imponente pista central del Khalifa International Tennis and Squash Complex, el equipo de Montes dominó el primer punto de la eliminatoria definitiva con mucha autoridad, sacando a pista a las números 1, Gemma Triay y Alejandra Salazar, quienes han jugado durante el torneo en todo momento juntas y que gobernaron desde el inicio el ímpetu de sus rivales, Claudia Jensen y Silvana Campus, y no les dieron opción (6-2 y 6-0).
Tras ellas, Paula Josemaría y Ariana Sánchez sufrieron de lo lindo para hacerse con el segundo y definitivo punto, el que les haría levantar el título, ante la mezcla que propuso el seleccionador argentino, Nito Brea, uniendo a dos drives en la pista, Aranza Osoro (la que se pasaría al revés) y Delfina Brea, y la fórmula le funcionó.
Las albicelestes protagonizaron una actuación sensacional que llevó al límite a las españolas, obligándolas a ir al tercer set (la primera vez en todo el campeonato) y, sobre todo, haciendo que Ari en muchos momentos no estuviese cómoda en el encuentro. Finalmente, tras aguantar las acometidas de Delfi y Aranza, Paula y Ari encontraron con sufrimiento el camino para llevarse el partido (7-6, 2-6 y 6-4) y, de esta forma, lograr para España el título mundial de pádel.
España supera al grandísimo equipo de Argentina
En la final masculina, el seleccionador nacional Juanjo Gutiérrez sorprendió con su planteamiento y formó dos parejas que, a la postre, llevaron a España al ocupar el trono. Separó a los números 1 para que brillaran por separado, y vaya si lo hicieron.
Para el primer punto dispuso a Alejandro Galán y Arturo Coello, una dupla que ya había probado en la segunda jornada de la fase de grupos ante Chile, y que afrontaba un examen de primer nivel ante los argentinos ‘Sanyo’ Gutiérrez y Agustín Tapia, dos que están más acostumbrados a jugar juntos, pero no fueron obstáculo alguno para Galán y Coello, muy entonados especialmente en el primer set.
El joven jugador vallisoteno sorprendió a todos, mudando su inexperiencia en estas lides en una madurez insólita, tan grande como su altura y su pádel, a pesar de contar sólo con 19 años; ofreció una exhibición de carácter y atrevimiento sobre la pista que resultó decisiva para descabalgar a sus contrarios (6-1 y 7-5).
El segundo duelo fue para Paquito Navarro y Juan Lebrón, doble carácter andaluz, viéndose las caras con Fernando Belasteguín y Martín Di Nenno. Pádel ofensivo contra aguante y manejo y un cara a cara más que destacado entre Di Nenno y Navarro, compañeros habituales.
Los argentinos lograron adaptarse mejor a las circunstancias de la pista, cogieron las riendas del juego y lograron que los andaluces perdieran el hilo hasta quedar expuestos a la derrota. A un primer set casi perfecto suyo le lograron dar la vuelta, tirando de casta y bemoles, como suele decirse, arrancándose sin nada que perder y luciendo un pádel más desatado, sin tanto corsé y expuesto a los arrebatos de enorme calidad de Lebrón.
Esto les permitió esquivar el abismo en el último instante y aferrarse a un partido que tuvo un desenlace agónico, con Paquito Navarro estirándose el gemelo por calambres, teniendo que parar el partido y pedir la asistencia del fisio, tirado en la pista primero y luego fuera; aun así, la dupla española se las apañó para cerrar el duelo a su favor (6-2, 3-6 y 7-5) y proclamar campeona del mundo a España por cuarta vez en su historia.
España suma así su séptimo entorchado mundial en categoría femenina y el cuarto en la masculina, diciendo adiós a una sequía de títulos en este segundo caso que duraba 11 años.
Los comentarios están cerrados.