Se terminó la carrera electoral en la Federación Española de Pádel con la elección del principal candidato, Ramón Morcillo Valle, hasta la fecha presidente de la Federación Extremeña de Pádel.
Este 4 de septiembre, tras recibir los votos de los diversos entes federativos, la Asamblea General de la FEP nombraba a Morcillo como su nuevo máximo dirigente, sustituyendo en el cargo a Alfredo Garbisu, quien estuviera al frente de la institución durante los últimos 4 años.
Cuatro años que han supuesto pasos adelante en el seno de la institución pero también numerosos enfrentamientos con federaciones territoriales y también con la propia Federación Internacional de Pádel por su apoyo a Portugal en la creación de la Federación Europea de Pádel. Cuatro años que Garbisu despedía con una carta en la que agradecía a todos los que le habían acompañando por esa senda, muchas veces tortuosa, así como al Comité Olímpico Español por su apoyo y, por supuesto, al nuevo presidente, quien ya estuvo a su lado estos cuatro años como secretario general, por lo que tiene experiencia más que sobrada en el cargo y sabe los problemas a los que se enfrenta la FEP (especialmente las divisiones internas de opinión).
Así pues, tras recibir Morcillo el apoyo de los asistentes a la Asamblea, ahora deberá trabajar por mantenerlos unidos y construir un organismo fuerte, que lave su imagen con la FIP, que siga haciendo crecer el pádel de menores y, sobre todo, que mejore a nivel de gestión, número de federados, económicamente y en sus relaciones con el circuito profesional. En el mismo acto también fueron elegidos los nuevos miembros de la Comisión Delegada.
En una etapa complicada por la pandemia y la falta de competiciones, Ramón Morcillo tiene mucho trabajo por delante. Ojalá que cumpla todos los objetivos que se marca para su mandato y que al término del mismo, las distintas federaciones autonómicas sigan unidas por el bien común. Desde este periódico le damos la enhorabuena y le ofrecemos todo nuestro apoyo en pos del crecimiento del pádel nacional, porque con él, crecemos todos.
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