Desde adidas padel nos llega la interesante reflexión que hace Álvaro Raposo, uno de sus monitores y entrenadores, sobre el camino para llegar a ser una estrella de World Padel Tour.
La verdad es que no todos llegan, que el camino es complicado pero si se cuenta con constancia, se rodea de las personas adecuadas y trabaja para ello, los resultados acaban llegando.
Por todo ello os animamos a que leáis este artículo y saquéis vuestras propias conclusiones, a la vez que os animamos q ue no dejéis d ejugar a vuestro deprote favorito sea al nivel que sea.
Os dejamos con el texto de adidas padel:
Son las 16.00 horas de un día lluvioso, por lo que las pistas del club se encuentran vacías, pero a través de los cristales de la cafetería yo las imagino llenas de jugadores de corta edad jugando o entrenando y en su cabeza revoloteando el sueño de llegar a ser jugador profesional de pádel. El camino que nos separa de hacer realidad ese sueño no es sencillo por más que en categorías inferiores hayamos obtenido unos resultados brillantes. Una vez sumergidos en la categoría absoluta los esfuerzos se multiplican, desaparecen las becas, los torneos ya no son sólo los fines de semana, en un primer momento probablemente no seamos campeones de nada, los estudios demandan mayor tiempo, nuestros padres ya no se encargan al 100% de la logística (desplazamientos, gastos…), aparecen planes increíbles con amigos y amigas…
Muchos de los buenos resultados que obtenemos en menores guardan una estrecha relación con las horas dedicadas y las condiciones innatas físicas y técnicas que la genética o la suerte nos han otorgado. Pero el tiempo no se detiene y se encargará de impartir justicia, esas condiciones y horas de pista habrá que alimentarlas con mucho sacrificio, mucho tesón, con voluntad para hacer lo que debemos en vez de lo que nos apetece, con actitud para encajar los malos momentos y cautela para los buenos. Vivimos en un mundo de prisas, de querer las cosas al instante, de vivir el presente, de exigencias inmediatas y de ansias de triunfo. En el tema que nos ocupa hacemos constantes cambios de pareja buscando resultados en el siguiente torneo, exigimos patrocinios argumentando nuestro palmarés, todo para vivir en un tan forzado como falso profesionalismo que puede que se derrumbe como un castillo de arena.
En una ocasión recibí una llamada de un padre en la que se interesaba por que entrenara a su hijo. Él constantemente hacía referencia a que el chico debía de dar el salto con los mejores y que este año era muy importante para él y debía de ser el suyo. Mi sorpresa fue cuando le pregunte la edad del jugador. Cumplirá los 14 años, es infantil de segundo año, fue su respuesta. No pude continuar el diálogo sin contradecirle, no discuto que fuese un año importante para el chico, como lo es el próximo mes, el siguiente partido o el siguiente entrenamiento, pero de ahí a que sea un año de vital importancia dista mucho. Esto es una carrera de fondo, ganar la próxima batalla no significa ganar la guerra que es cumplir nuestro sueño.
Mi consejo es que luchemos por nuestros sueños con sensatez, disfrutemos del camino por si no llegamos a la meta, que seamos humildes para aprender de todos, exigentes en los objetivos, cautos en los plazos, que convirtamos cada paso en una meta y cada meta en un paso, que respetemos el trabajo y el esfuerzo del rival, de nuestros familiares y entrenadores, que vivamos todo lo que nos da la etapa de menores, que coleccionemos amigos, historias, lecciones, recuerdos, remates por 3, dormilonas, y si se puede trofeos.
Y no quiero terminar el artículo sin hacer mención a dos citas de los muchos libros que leo y que en esta ocasión me vienen a la medida ya que ellos si lograron su sueño. En el libro «Todo se puede entrenar», Toni Nadal le pregunta a Rafael Nadal «¿Sabes cuanta gente habrá que mirando atrás se hayan lamentado de no haber conseguido tal meta o tal victoria?».
Rafa le responde «no lo sé, lo que sí te puedo asegurar es que pase lo que pase, haya ganado lo que haya ganado me iré de este deporte con la tranquilidad de haber hecho todo lo que ha estado en mi mano, siempre me he esforzado al máximo». Y Fernando Belasteguin nos dice en las páginas de su libro «lo que jamas me perdonaría sería no haber entrenado cada día como si fuese el último, porque darlo todo es lo que me produce mayor satisfacción, incluso más que ganar».
Todo llega a base de trabajo, esfuerzo y constancia. Para llegar arriba del todo y tocar el cielo hay que ser paciente, esto es una carrera de fondo. Paso a paso. Hay tiempo para todo.
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