Si en la anterior edición del Campeonato del Mundo celebrado en Dubai en 2022 Argentina conquistó el máximo galardón gracias a dos grandísimos veteranos, ‘Sanyo’ Gutiérrez y Fernando Belasteguín (quienes ganaron a ‘Momo’ González y Álex Ruiz), ahora ha sido la juventud de otros dos de sus integrantes la que les ha permitido elevarse.
De Dubai a Doha, de la experiencia a la ilusión, del temple a la electricidad, de ‘Sanyo’ y Bela a Tino Libaak y Leo Augsburger, factores decisivos en el tercer punto de la eliminatoria contra España.
Antes de su aparición, eso sí, el conjunto de Juanjo Gutiérrez arrancó ganando gracias a la puesta en escena (sublime) de ‘Coki’ Nieto y Arturo Coello, quienes hicieron demarrar en la subida al puerto a los ‘Súper Pibes’, reunidos para la causa y en principio pareja de garantías. Sin embargo, el madrileño y el vallisoletano reventaron la pista central del Khalifa Stadium y no les dejaron maniobrar en ningún momento.
Un visto y no visto para poner un 6-1 y 6-2 en apenas 53 minutos de partido.
Después, con el ‘run-run’ en la grada, tendríamos ‘El Regreso’: Ale Galán y Juan Lebrón jugando juntos, con el andaluz volviendo a la derecha tras mucho tiempo sin pisarla y, sobre todo, con un experimento que aunque fue durante varios años número 1, acabó mal y, para más inri, en este torneo no había tenido pruebas previas y el propio seleccionador se encargó de decir en varias ocasiones que en ningún momento contemplaba a Lebrón en la derecha, que para él era revés y que no iban a jugar juntos.
Pero les juntó, buscando sorprender y meter presión, si bien su puesta en escena iría decayendo con el paso de los minutos, ahogada por un mar de errores poco habituales, dudas y, a veces, falta de suerte. Agustín Tapia y Fede Chingotto, sus oponentes, supieron hacer valer sus puntos fuertes, agarrarse, no descomponerse y terminaron por empatar la contienda (7-6 y 3-6). Una reacción por parte de los españoles que de poco sirvió más allá de alargar su sufrimiento, pues aunque Tapia mostraba ligeros signos de cansancio, Chingotto siempre le levantaba y le pedía más, y así la central fue suya (7-6, 3-6 y 6-2).
Y en el juicio final, la dentellada de Reca y Ovide. Nada de la experiencia de ‘Sanyo’, optó por la juventud contrastada de Tino Libaak y Leo Augsburger para medirse a Paquito Navarro y Miguel Yanguas. A priori, sobre el papel, los dos andaluces por ranking y experiencia eran mejores, pero la pista acaba poniendo a cada uno en su sitio.
No se descompusieron en ningún momento, con Libaak manejando y pegando a Yanguas al fondo con sus bandejas y Augsburger percutiendo con el juego aéreo; a todo eso contestaron Yanguas y Navarro con soltura y mucha actividad, siendo capaces de poner un 6-3 tras colocarse por delante en el octavo juego.
El segundo sirvió para sentar las bases de la remontada de los suramericanos. Tras adelantarse con el 4-2, vieron cómo les empataban y luego adelantaban para rozar el tie-break, salvando su presencia por la mínima (7-5).
Quedaba lo mejor, el éxtasis de la final. Ahora iba a ser España la que se adelantó con un break (4-3), pero Tino y Leo no sacaron sus dudas a relucir y se aposentaron en la pista para encontrar la complicidad con el banquillo y cada vez con más parte del público. Minutos después, el revés argentino tendría problemas debido a un problema físico al ir a rematar una bola, si bien pudo continuar aunque con una amplia cogera.
Los españoles no supieron aprovechar esta oportunidad y siguieron jugando con Libaak, lo que acabó por romper el vaso de tanto llenarlo en el desempate, una guinda espectacular a un partidazo. Serían los dos debutantes los que se llevarían la gloria con un 3-6, 7-5 y 7-6. Duelo, victoria y duodécimo título mundialista para el equipo argentino, sabiendo revertir un punto en contra.