Las semifinales del cuadro masculino de este Rotterdam P1 han dejado a las dos mejores parejas del ranking clasificadas para pelear por el entorchado siguiendo, además, el mismo camino. Un set de cierto sufrimiento que daba paso a otro en el que volaban.
Como si de un calco se tratara, los cuatro jugadores que este año están siendo protagonistas siguieron, punto por punto, el mismo recorrido, las mismas pisadas en el camino. Todos querían ganar por la vía rápida pero solo pudieron conseguirlo en una de las etapas de su partido.
Comenzando por Arturo Coello y Agustín Tapia, se las veían con Álex Chozas y Leo Augsburger, factor sorpresa y dueños de la pólvora en esta prueba. Llegaban con los deberes más que hechos pero visto su rendimiento, querían más y sabían que podían conseguirlo si estaban acertados en la toma de decisiones.
Aguantaron el tipo, jugando algo más sosegados y contenidos que en días anteriores, pues las alturas y los rivales eran mayores, pero aun así eran capaces de provocar heridas con su juego. Respondieron punto por punto a las opciones de break de Arturo y Agus (cinco oportunidades y dos hechas realidad para cada pareja), lo que obligaría a, dada la igualdad, marcharse al desempate. Llegar hasta ahí contra Tapia y Coello ya era un premio, un ejercicio de resistencia y mente fría, y se notó, porque aunque lo ejecutaron casi perfecto, en el momento de la verdad se notó la pareja que está acostumbrada a llevar las riendas.
El paso adelante del catamarqueño y el vallisoletano fue más que evidente, cerrando el grifo de la ilusión en el quinto punto de sus adversarios y dejándoles sin premio en el primero (7-6) y mostrándoles lo que ocurre cuando no desaprovechas tus oportunidades. El ímpetu físico desapareció ligeramente en el bando de Chozas y Augsburger y al oler sangre los nº1 se hiperactivaron, pasando al «modo destructor» y sentenciando rápidamente la segunda manga (7-6 y 6-2).
Igual ocurriría en la otra semifinal, la cual opositaba a Ale Galán y Fede Chingotto contra Miguel Yanguas y Franco Stupaczuk. Llegaban por fin estos al territorio para el que han construido su proyecto pero se toparon con dos que viven ahí instalados permanentemente.
Galán y Chingotto encontraron ciertas dificultades para tomar ventaja en el luminoso puesto que Yanguas y Stupa eran capaces de solventar, con un buen trabajo en equipo, los problemas constantes que mostraban al saque, hasta que llegó la última parte del parcial, donde ya las musas no les sonrieron y el madrileño y su «pequeño gran compañero» fueron capaces de hincar el cuchillo y encontrar su objetivo. Break, saque asegurado y un pie en la siguiente ronda, evitando además por poco el tie break (7-5).
Conseguido uno, quedaba el segundo pero en esta ocasión la labor pasó de ser la escalada a un 8000 a una tranquila travesía por un sendero: menos obstáculos, menos piedras y mucha menos pendiente.
Con un set en contra a Miguel y a Franco se les apagaron las ideas y Carlos Pozzoni desde el banquillo era incapaz de hacerles ver la luz, lo que provocó que la pista se inclinara irremediablemente para el lado de Ale y Fede, marchando ambos al mismo paso y con la tensión necesaria para hacer bueno casi todo lo que tocaban, terminando de avanzar ya con el otro pie que les faltaba (7-5 y 6-3).
Que se preparen los espectadores de Rotterdam porque van a tener que saltar, aplaudir y ovacionar mucho esta tarde, dado que Galán llegará con sed de venganza tras Madrid y Arturo y Agus intentarán que sea su tercer título consecutivo para seguir engrosando el palmarés.
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