Momento para descorchar la botella y disfrutar, para sentarse en la grada o delante de la televisión o el ordenador y saborear cada punto, paladearlo con gusto porque va a dejar unas sensaciones excelentes.
Un menú cinco estrellas, de alta cocina, para vivir una jornada apasionante en la que el pádel iba a ser el colofón a diez años increíbles y cuyo telón iban a bajar dos parejas de estilos muy diferentes. Pádel control y resiliencia para unos sorprendentes Paquito Navarro y Federico Chingotto, y pádel total para los renacidos Ale Galán y Juan Lebrón, dos que tras una travesía por el desierto, han vivido después de verano una metamorfosis.
Pero claro, nadie contaba (aunque ya lo avisó en semis) con el »factor Chingotto», una oda al pádel en pequeña esencia pero grandísimo en talento, entrega y sobre todo, en ilusión, porque el pequeño genio de Olavarría se destapó, regaló su mejor aroma en una final que merecía y que quiso, en la que supo ser gigante ante el poderío físico de Galán y el talento de Lebrón y que supo acompañarse de los destellos intermitentes pero muy necesarios de otro genio como es Paquito Navarro, más estático en la pista pero con la mente trabajando a mil revoluciones.
Juntando todo eso empezaron a luchar y a dejar aplausos y vítores casi desde el primer punto, y en el caso de Paquito y Fede, sobreviviendo a base de ser excelsos en los puntos de oro: cuatro se disputaron en la primera manga y cuatro se llevaron, uno tras otro.
Eso hizo que los chicos de Gaby Reca pasaran a colocarse 0-1 por abajo pero luego emergieran y fueran sumando sin cesar (1-1, 2-1, 3-1, 4-1…) y sin mirar atrás hasta que, con el 5-1 y saque de Paquito, Ale y Juan tuvieran un 0-40 que desperdiciarían para irse nuevamente al punto de oro y ahí sonreir el argentino y el andaluz (6-1).
Se volvía de los banquillos y Galán y Lebrón tenían obligatoriamente que ponerle unas cuantas marchas más y desde luego que lo hicieron, pero la fortaleza mental que habían adquirido Navarro y Chingotto les permitió navegar entre marejada y altas olas sin perder de vista su rumbo, manteniendo el paso firme a pesar de las acometidas constantes del madrileño y el andaluz. Llegaban al quinto juego con todo por decidir (2-2) y entonces se vivieron momentos de montaña rusa que desembocaron en un final con pequeños toques de locura y falta de control (3-4, 4-4, 5-4) y, por último, en el salto y carrera fuera de la pista de Chingotto para abrazarse con su técnico, un ‘Mítico’ como Gaby Reca, para celebrar algo impensable hace muy pocos días: la victoria final (6-1 y 6-4).
Las Rozas Open fue el primer torneo que ganó Chingotto en su carrera y este martes el segundo, todo un Master Final. Pocos para un jugador de su calidad que sabe sufrir y adaptarse a las adversidades y que ojalá en el futuro suba más veces a lo más alto. Ambos estarán en un sitio privilegiado en sus vitrinas y aunque en 2024 intentarán ganar ya por separado, siempre les quedará este torneo, la despedida, en el recuerdo.