En el cuadro masculino, quitando a las dos parejas favoritas, los nº1 y los nº2, que han mantenido el paso y no se han dejado sorprender para evitar males mayores, demostrando su condición, en la terna de aspirantes a por lo menos hacerles trabajar un día más sí que ha habido sorpresas, una minirevolución que en ocasiones es bastante habitual en los torneos de final de temporada cuando todos aprietan el paso.
La zona media se ha sublevado y en contra de la calma y facilidad con que los principales aspirantes se han manejado, han alborotado la pista central de México, dándole pólvora y picante a la cita, agitando e árbol para ver si daba frutos, y los dio.
Como decimos, Arturo Coello y Agustín Tapia convirtieron su partido ante Teo Zapata y Francisco Guerrero casi en un trámite, un entrenamiento para ellos que solventaron con un 6-2 y 6-4 sin complicaciones, mientras que Franco Stupaczuk y Martín Di Nenno dejaban sin premio y casi sin opciones a Pablo Cardona y Javi Ruiz, desbaratando todos sus planes con un 4-6 y 1-6.
Y después, vinieron los decibelios.
Los primeros en hacer retumbar el estadio fueron Álex Arroyo y Edu Alonso, pareja de juego alegre, ofensivo y eléctrico, que se encontró con otra que también lo practica y que incluye cierta fantasía, la compuesta por Javi Garrido y ‘Momo’ González. En ese choque de pádel bastante parecido, el marcador se movió como un tiralíneas, punto a punto, juego a juego, bola a bola, sin dejar que ninguna pareja fuese capaz de marcharse en pos de la victoria con claridad y teniendo que jugárselo en dos momentos puntuales, dos roturas que fueron la única nota desequilibrante de la sesión.
Las dos caerían para Arroyo y Alonso, quienes quizá lo buscaron un poco más, haciendo que esa insistencia encontrase el premio de sus primeras semifinales juntos (4-6 y 6-7).
Terminarían de revolucionar México los jovencísimos Leo Augsburger y Tino Libaak, quienes tras su periplo separados por el desierto han vuelto con más armas y lo están demostrando. Ágiles como siempre pero sabiendo moverse mucho mejor en los finales apretados, están dando en la prueba una lección de madurez inusual en su corta edad y en esta ocasión incluso más todavía, pues se encontraban delante con una pareja rocosa, experimentada y que sabe manejarse a la perfección en los momentos en los que el choque se iguala y se vuelve una ascensión con múltiples obstáculos.
Víctor Ruiz y Lucas Bergamini les planteaban una batalla táctica, combatiendo el fuego con fuego, golpe a golpe, no dejando ninguno de los cuatro un solo segundo de respiro ni entre ellos ni a la grada. Primer set definido en el tie break en pos de la experiencia de Bergamini y Ruiz y el segundo casi más de lo mismo, esquivando los argentinos la bala por muy poco, in extremis, consiguiendo empatar la eliminatoria cuando todo parecía indicar que el desempate volvería a aparecer.
Ese último empujón fue probablemente la clave que les permitió salir con un ‘mood’ diferente en el tercero, apretando más la bola y buscando más que nunca el choque y salir airosos del mismo. Con más frescura en las piernas y también en las ideas, Tino y Leo fueron capaces, esta vez sí, de abrir distancias y manejar cierta holgura que les dio tranquilidad y poso para el tramo final, dejando que pusieran los dos pies en semifinales con un 6-7, 7-5 y 6-3. Éxtasis para su juego en el país que vio nacer el pádel.
Estos resultados nos dejan una primera semifinal entre Arturo Coello y Agustín Tapia frente a Álex Arroyo y Edu Alonso, y una segunda entre Tino Libaak y Leo Augsburger frente al espejo en el que quizá se miran y cuyo techo pretenden alcanzar, Franco Stupaczuk y Martín Di Nenno.
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