Finalmente, la afición valenciana no podrá animar a su jugadora este domingo. Las semifinales quisieron que por el título se enfrenten dos que son habituales, ya todo un clásico, por un lado, y otras que quieren plantarles cara y demostrar que, aunque su unión es temporal, está hecha para tocar metal.
Primero se enfrentarían Ari Sánchez y Paula Josemaría a Lucía Sainz y Aranza Osoro, sorprendentes pero merecidas semifinalistas del torneo tras haber ofrecido un excelente rendimiento.
Pasados los dos primeros juegos, empezaron Ari y Paula a dominar con su habitual contundencia, con mucha solvencia y fallando, como casi siempre, lo mínimo posible. Seguridad total en su juego que les llegó a poner con 5-2 arriba y saque pero entonces reaccionaron la catalana y la argentina, esta con más garra que nunca, y lograron remontar hasta el 5-4, apretando las tuercas a las nº1. Ya no se les veía tan confiadas, pero no les llegó a temblar el pulso.
Con el saque de Paula y tras una volea de revés muy cruzada de Osoro a la verja, certificaban el primer parcial a su favor (6-4).
En el segundo, por el contrario, ya todo fue un paseo militar. Desde el comienzo imprimieron un ritmo demoledor (2-0) que no permitió esta vez la reacción de Osoro y Sainz (4-1), demasiado contra las cuerdas y sin respuesta ante el vendaval de la catalana y la extremeña. Ari y Paula sellaron todas las puertas y volvieron a deslumbrar en la central de Valencia. Otro billete para otra final y la posibilidad de conseguir otro título (6-4 y 6-1).
Después llegaría el otro partido de semifinales que tenía, a falta de una, dos parejas favoritas. Una lo sería por parte del público, pues lógicamente este animaba a su heroína local, Tamara Icardo, junto con Virginia Riera, mientras que la otra lo sería en lo que al ranking concierne, con Gemma Triay y Martita Ortega.
Empezarían mejor estas la contienda, más sólidas y metidas en el partido, descerrajando la defensa de Riera e Icardo, sin darles apenas opciones en los primeros juegos (0-3) y poniendo una distancia que iban a ser incapaces de superar, un salto demasiado largo. Posteriormente lograrían, al menos, estrenarse, pero con un bagaje muy escaso para lo que la grada esperaba, pues Triay y Ortega solo permitieron un juego (1-6).
Tendrían que reaccionar, no había otra posibilidad y para ello se encomendaron a la misma receta que sufrían minutos antes: comienzo fulgurante, presión total y más activación, lo que convirtió el duelo en un calco, un déjà vu, siendo ellas ahora las que con un 3-0 elevaban los decibelios en La Fonteta.
Sin embargo, Gemma y Martita encontraron rápidamente un antídoto a su falta de fluidez, empatando a tres y sin pisar el freno, mantuvieron la misma velocidad y se fueron ahora sí, directas a por el encuentro. Tardaron en despertar pero cuando lo hicieron ya no se frenaron. Otro break más en el noveno les permitió ponerse por delante y cerrar el duelo con el mismo registro aunque con los números ligeramente cambiados, del anterior (1-6 y 4-6).
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