Valladolid siempre es cita grande, espectáculo de pádel total y esta vez no ha sido diferente. Duelo de palas en la pista y abanicos en las gradas, calor, subida del mercurio pero lleno hasta la bandera. Nadie quería perderse esta final inédita y el espectáculo mereció la pena.
Las gladiadoras que hacían frente a las altas temperaturas y desafiaban al astro rey eran, por un lado, Delfi Brea y Bea González y por el otro, Gemma Triay y Martita Ortega. Sí, faltaban las de siempre, las inquilinas habituales, esas que parece que van a los torneos con la semana de hotel pagada para llegar siempre al domingo, pero esta vez era diferente. Cuatro jugadoras que nunca se habían visto en una final tal y como están formando ahora.
Con todos estos ingredientes se iniciaría el partido, todas portando gafas por el tremendo sol que iluminaba la central, y teniendo como claras protagonistas a Bea y Delfi en los compases iniciales, en los que se dedicaron a abrir el marcador sin mirar atrás. Conforme se acercaba el ecuador del primer set, ya habían cobrado ventaja y en vez de conformarse con ella, la ampliaron. Un rotundo 6-2 sería su tarjeta de presentación en la final.
Tenían que responder Gemma y Martita y lo hicieron sacando a relucir su mejor versión hasta la fecha. Gemma por fin soltó el brazo, ayudada por las altas temperaturas que elevaban el vuelo de la bola, mientras que Martita cada vez era más segura en el juego de manejo y defensa; a pesar de ello, iban a ser la andaluza y la argentina las que tuvieran opción para cerrar el set y por ende el partido con cuatro bolas de rotura, pasando la oportunidad a Gemma y Martita, quienes sí que no la desaprovecharon y se apuntaron el break que bien valía un tercer set (5-7).
Con más calor si cabe y con todos los frentes abiertos, volverían a dominar el tempo, los ángulos y la velocidad González y Brea, pasando como un ciclón por encima de las adversarias, otra vez muy desdibujadas como en el primero. Un break en el primer juego y varios más a lo largo del set serían el golpe sobre la mesa definitivo. Un 6-2, 5-7 y 6-2 sublime, que bien valía el llanto y la alegría desmedida, el abrazo de unión y la felicitación en forma de aplausos.
Y con el punto final, tocaba escribir su nombre en la historia. Primer torneo Master para ellas, convirtiéndose además Bea González en la jugadora más joven de la historia en lograrlo. Su crecimiento ha terminado, pues ya se han instalado en la cima y tienen todos los argumentos necesarios para pelear de tú a tú a las parejas que tienen por delante.
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