No estaba para nada en las quinielas y menos en semifinales, pero ha ocurrido. El crecimiento de Delfina Brea y Bea González parece que ha dado otro pasito más y ha sido capaz de superar a una pareja que, hasta la fecha, todo lo que tocaba lo convertía en oro.
Se las veían con Ari Sánchez y Paula Josemaría, todopoderosas dueñas del ranking, las victorias y los títulos, una pareja superlativa que estaba bien engrasada, que juega de memoria y que domina tanto la faceta ofensiva como la defensiva, pero se encontraron con dos rivales superlativas, fantásticas.
En medio del calor, el agitar de abanicos en la grada y las botellas de agua para intentar refrescarse del calor, aparecieron las cuatro protagonistas y el partido, que se presagiaba emocionante, cumplió y superó todas las expectativas.
Las números 1 querían poner tierra de por medio y lo buscaron desde el minuto uno, con un break nada más empezar que les permitió ir por delante unos pocos minutos, hasta que Delfi y Bea igualaron rápidamente y el partido llevó un camino de paridad absoluta hasta el final, sin que ninguna pareja consiguiera escaparse lo más mínimo. Tie break para dictaminar quiénes daban el primer paso; en él, la andaluza y la argentina, algo más acertadas y subiendo las revoluciones de sus piernas y muñecas, se activaban y conseguían superar la barrera interpuesta por una Paula y una Ari que, especialmente con el sol de cara, sufría en exceso (6-7).
El primer aviso estaba dado, pero faltaba el segundo, si bien las chicas de Ángel González empezaron como un tiro buscando una reacción rápida que pillara por sorpresa a González y Brea, y lo consiguieron durante unos buenos minutos. Superada la primera embestida (3-0) la pareja hispanoargentina encontró de nuevo sensaciones y se recuperó de lo perdido, lentamente (4-2) pero sin ceder ya nunca más (4-4), consiguiendo incluso darle la vuelta por completo al partido (4-5). Con saque para cerrar el choque, no iban a perder su oportunidad e iban a consagrar su enorme resurrección con un 6-7 y 4-6. Zarpazo a las aspiraciones de Josemaría y Sánchez de un nuevo título.
Y para continuar con la fiesta, por si nos había parecido poca, más madera, otro partidazo.
En esta ocasión las protagonistas serían Tamara Icardo y Virginia Riera contra la pareja temporal compuesta por Gemma Triay y Martita Ortega. Un partido con dos claras favoritas pero a las que se les torció el camino nada más empezar.
La táctica planteada por Icardo y Riera hizo de las suyas y agobió sobremanera a las cabezas de serie número 2, que no encontraban el camino ni la forma de contrarrestar los globos ni las voleas de las oponentes, siempre activas en pista y creciendo con el paso de los minutos. Así llegaría el primer break del encuentro, tarde pero llegó, en el noveno juego, el cual iba a suponer que Virginia y Tamara se anotasen el primer golpe (6-4).
Entonces aparecería una Martita ortega mucho más protagonista en el control del juego y una Gemma Triay que, obligada a dar no uno, sino varios pasos al frente, renunció al conservadurismo y se decidió a hacer de líder en la pista y en el juego aéreo, tomando la responsabilidad anotadora y poniendo un 0-3 de inicio. Así llegarían, con todo a favor, al tramo final (1-5), donde únicamente perdían uno de los breaks pero lograban empatar y citarse con las rivales en el tercero (2-6).
Break y contrabreak nada más encender el semáforo verde, primero para la valenciana y la argentina y luego para la madrileña y la menorquina. Todo igualado hasta que, en el noveno, serían de nuevo Riera e Icardo las que daban un zarpazo en forma de rotura (5-4) pero eran contestadas automáticamente (5-5) y tenían, poco después, que irse al tie break, la mejor definición posible. En la muerte súbita, con mejor toma de decisiones y más juego ofensivo, Triay y Ortega elevaban los brazos al cielo y conseguían su primera final como pareja (6-4, 2-6 y 6-7). Ojo que ya están aquí.
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