Dos semifinales tremendas, en consonancia con lo que había en juego, la posibilidad de pelear por el título. Si una fue buena, la otra igual o mejor, con sendos ejercicios de aguante y pádel a un nivel altísimo. Se quitaron los complejos y jugaron las ocho derrochando calidad, dejando en las gradas un enorme regusto ante lo que puede llegar a ocurrir este domingo.
Iniciaron las hostilidades Ari Sánchez y Paula Josemaría contra Bea González y Delfi Brea, duelo de jugonas que arrancó ya muy revolucionado.
Primer juego y primer break, para qué empezar tanteando debieron pensar Ari y Paula, mejor marcar las distancias desde el inicio, aumentando la ventaja justo después con su saque. Pero es que no solo eso, sino que al siguiente servicio, de nuevo, otro golpe directo a la mandíbula.
Nuevo saque el binomio Brea-González y otro break en contra para poner más tierra de por medio y posteriormente, con Ari a los manos, poner ya el 4-0.
Cualquiera hubiese pensado que era una distancia definitiva, máxime ante las nº1 y tal y como venían jugando y desplegando calidad en la pista, pero Delfi y Bea demostraban una vez más que no son de las que se arrugan y no se sabe de dónde, pero encontraron la inspiración. Se pusieron a jugar sueltas, sin preocuparse de los números que dictaba el marcador y empezaron a escalar en el partido. Con todo en contra (5-1), las musas les mostraron el camino y Jorge Martínez desde el banquillo les dio la clave: »creer en ellas mismas’» Y vaya si lo hicieron.
Con un parcial absolutamente increíble, pasaron de estar contra las cuerdas y prácticamente besando la lona a elevarse sobre la central, resurgir cual ave fénix y creerse que podían ganar. Seis juegos seguidos hicieron para poner un 5-7 en el luminoso y apretar el puño. Ya tenían el primer paso dado.
El comienzo del segundo fue bastante mejor para sus intereses, pues ahora sí pudieron asegurar su saque y presentar más igualdad. Eso sí, Delfi seguía siendo un cerrojo atrás y Bea cabalgaba a placer por la pista, moño al viento, para descerrajar la defensa y el aguante de Ari y Paula que no cejaron en su empeño, lo intentaban una y otra vez, pero se topaban siempre con el mismo muro. El partido fue sumando así juegos para ambas parejas y aunque la andaluza y la argentina iban por delante (1-2), las líderes del ranking le dieron la vuelta (4-2) volviendo a encauzar un juego muy efectivo así como varios puntos de oro.
El caso es que a pesar de que todos los tiros de las chicas de Claudio Gilardoni iban con peso y mucha violencia, Delfi y Bea eran capaces de taparlos y contrarrestarlos, por lo que no hubo más remedio que irse al tie break para o bien alargar el partido o bien ponerle el broche de oro para las segundas. Y se lo pusieron. En el duodécimo punto en juego (5-6), y tras un intercambio largo en el que todas tocaron bola y se buscaron las cosquillas, Ari enviaba a la red una bandeja que suponía su claudicación, el fin de una racha imperial de presencia domingo sí, domingo también, la imposibilidad de sumar un nuevo título, al tiempo que Brea y González se crecían en Dinamarca (5-7 y 6-7). IMPERIALES.
Le sucedería a este el partido entre Tamara Icardo y Virginia Riera ante Alejandra Salazar y Gemma Triay, que ya sabían que, eliminadas sus máximas rivales, tenían una oportunidad única para, al menos, presentarse en la final.
Pero tampoco lo tuvieron fácil, porque el juego rocoso y combinado de Riera e Icardo fue un dolor de muelas, imposible de superar por arriba o por abajo, muy ordenado y cimentado para salir siempre airoso de las acometidas constantes tanto de Triay como de Salazar.
La madrileña y la balear lo intentaron constantemente pero desde el otro lado de la red lo devolvían todo y, encima, lograban romper su servicio para tomar distancia en el luminoso, terminando por conseguir en el noveno juego el set. Alarmas encendidas.
Precisaban las de Rodri Ovide de remontar y tuvieron que bajarse al barro para ello; punto a punto, juego a juego, fueron atosigando a la valenciana y a la argentina, quienes en ningún caso bajaron los brazos sino que al revés, lo pelearon todo para forzar siempre la máquina y provocar el error. No llegó, pero sí que apareció el desempate, que iba a ser a cara o cruz. Esta vez salió cara para Gemma y Ale, que pudieron alargar su estancia, y cruz total para las rivales, que ya no encontraron en el tercero la inspiración de los minutos anteriores. Estaban desfondadas por el trabajo realizado en pista y su acierto y rapidez de piernas se convirtieron en agujeros en defensa y concesiones a las nº2.
Alejandra y Gemma siguieron golpeando para ir abriendo cada vez más distancia, lograr no uno, sino varios breaks y terminar por ser las dueñas del tercer y definitivo parcial, que les concedió, con un 6-3, 6-7 y 2-6, el acceso a una final en la que tendrán acompañantes poco habituales.
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