Llegaban Alejandro Galán y Juan Lebrón a Argentina con el número 1 prácticamente asegurado (faltaba la confirmación matemática) pero no querían sustos ni complicaciones y a lo largo de la semana se fueron forjando un rendimiento excepcional dándoles igual quienes estuvieran delante, porque uno a uno fueron eliminando todos los obstáculos.
En la final, eso sí, les tocó bailar contra dos rivales de categoría, Arturo Coello y Fernando Belasteguín, y contra el público, pues este lógicamente apoyaba a su jugador local, Bela, héroe y figura, emblema y pasión de la hinchada albicelestes, tan caliente como apasionada con los suyos.
Así comenzó el encuentro, con las dos parejas controlando exhaustivamente cada golpe, sin salirse del guion pactado con sus entrenadores, tirando de globos profundos Bela y Coello y bolas con picante desde la red Galán y Lebrón, buscándose las cosquillas para intentar abrir brecha en el marcador, algo que solo conseguirían los integrantes de la pareja nº3 casi en la parte final, donde llegaron a estar 5-6 arriba y al resto, pero varias bolas erradas por un Bela poco acostumbrado a ello, un jugador metrónomo que sabe manejarse en estas situaciones con una resolución al alcance de muy pocos, les permitió a los de Mariano Amat subir a la superficie para respirar, resoplar por la bala esquivada y resurgir.
Primero empataron la eliminatoria (6-6) y luego, en el tie break, estuvieron a un nivel más alto y frenaron en seco al argentino y al vallisoletano (7-4) para poner la primera muesca en el cinturón (7-6).
Un golpe muy duro para los chicos de Gustavo Pratto, quienes decidieron no perderle la cara al partido en el segundo, pero ya era demasiado tarde. Galán y Lebrón habían entrado en combustión (1-1, 2-1, 3-1, 4-2…) y no les frenaba ni el ánimo del público a los rivales ni el cansancio físico (Ale ha jugado varios partidos con vendajes en las rodillas probablemente por sobrecarga y para evitar lesiones), volviendo a encender la mecha del juego total.
El ritmo demoledor que imprimieron fue suficiente como para que Arturo y Fernando no llegaran a verse nunca con opciones y rompiéndoles varias veces el servicio, terminarían por conquistar la tierra del tango, quizá con excesiva diferencia incluso para lo visto sobre el 20×10 (7-6 y 6-2).
Y al final, agradecimiento y perdón de Juan Lebrón (muy emocionado) con el público de La Rural y con el propio Bela, al que dedicó unas palabras de reconciliación y halago. En la central, ante todo el estadio, agradeció el apoyo y se redimió por los encontronazos del pasado. Un título que para él es un bálsamo y que supone el primero de su carrera en suelo argentino, asegurando más si cabe y certificando ya de manera matemática y total ese nº1 que tanto cuesta conseguir y más aún mantener.
Él y Galán ya son Maestros también en Argentina.
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