Dos partidos diferentes, uno con remontada total y otro peleado y con morbo nos dejaron las semifinales de Menorca. Dos partidos que suponen, por un lado, la confirmación de que las números 1 están muy, muy fuertes y por otro, que hay una pareja que llega con mucho hambre y ganas de reivindicarse.
Otra final, y van cuatro seguidas, para una pareja, la de Alejandra Salazar y Gemma Triay, que se ha escrito a rajatabla en la frente el mantra de un mítico como Luis Aragonés, aquel »y ganar, y ganar, y ganar y volver a ganar, y ganar…» que aplican una y otra vez esta temporada. En las semifinales de Menorca lo han vuelto a hacer, ahora dejando como víctimas a Delfina Brea y Tamara Icardo.
Y eso que la argentina y la valenciana este año están creciendo sobremanera y se han colgado el cartel de ‘Gran Revelación’ por méritos propios; tanto han crecido que pelearon a las todopoderosas números 1 el primer set y se lo quitaron incluso, tras un carrusel inicial de breaks que terminó con un 4-5 en favor de Icardo y Brea y saque para cerrar el primer envite, pero no se lo permitieron a la primera Triay y Salazar.
Sacaron el mazo y empataron la contienda (5-5) y ya caminaron las cuatro juntas hasta el decimosegundo juego, que les citó en el tie break con ya una hora de partido disputada. En él, uno de los pocos golpes con fortuna del duelo, en este caso de Tamara Icardo, supuso la diferencia necesaria para que cerraran el desempate a su favor (6-7).
A partir de ese momento, algo cambió en el juego y en la cabeza de Ale y Gemma que fueron otras, dos ciclones en su mejor versión del curso, modo arrollador total en los dos siguientes parciales, rompiendo una y otra vez el servicio rival, percutiendo desde la red y siendo imperiales desde el fondo. Un juego espectacular y una estadística abrumadora que les permitió, en modo express en poco más de media hora, hacerse con las dos mangas siguientes por el mismo resultado, dejándolas en la antesala del título, la final, con un 6-7, 6-1 y 6-1. Demostración de números 1 para darle la vuelta a un marcador complicado y superar a una pareja rocosa y que nunca regala nada, pero ante las líderes…siempre hay que dar un plus extra.
La otra semifinal venía con cierto picante al enfrentar a cuatro excompañeras. Por un lado Martita Ortega y Bea González y por el otro Lucía Sainz y Marta Marrero. Un duelo donde, además de lo que se jugaba en la pista, había ciertas cuentas pendientes personales de cada una y, sobre todo el hecho de demostrar que con otra compañera podían aspirar a pelear por un título.
Y en esa pelea ganaron Marrero y Lucía, mejores cuando le metieron calma y piernas al partido para responder al intenso inicio de las dos jóvenes rivales, quienes con un break hicieron su carta de presentación en el tercer juego (2-1) para ser rápidamente respondidas en el cuarto y recibir ellas la misma medicina en el octavo (5-3) y ahí ya no poder hacer nada. Un saque y un juego para cada pareja y primer set para la catalana y la canaria.
Volvieron del banquillo con fuerzas renovadas y de nuevo Ortega y González con ganas de dinamitar el choque, pero se encontraron con una Lucía Sainz que por momentos se hacía gigante en la red y a la que ni siquiera la gran defensa de Martita le podía hacer frente. Potencia en sus golpeos y un smash rápido que causaba estragos fueron haciendo distancia en el luminoso hasta conseguir otro break que pondría el marcador final, un 4-6 y 3-6 que les acerca a su gran objetivo: lograr un título y recuperar el tiempo perdido.
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