Batalla total en ambas semifinales. Cuatro parejas que lo dieron todo y que apretaron de principio a fin. Ocho jugadoras que se dejaron todo en la pista peleando, unas con más suerte que otras.
Arrancó la jornada con un sobresaliente Alejandra Salazar y Gemma Triay contra Lucía Sainz y Bea González, unas queriendo demostrar regularidad y que siempre se les debe contar como candidatas y las otras, sin contar mucho en las apuestas, buscando su propia redención y quizá demostrarse a sí mismas que pueden y deben dar ese pasito adelante.
Desgraciadamente para todos aquellos que desde la grada o el streaming buscaban batalla palmo a palmo, el partido fue dominado por Ale y Gemma, rompiendo ya en el primer servicio y marchándose sin frenos en el marcador. Ahora sí, metidas en el partido y sin sus habituales desconexiones, fueron capaces de mostrar el nivel que se les presupone y romper una y otra vez el saque de Lucía y Bea, más espectadoras que jugadoras, pues se limitaban a recoger la bola del suelo constantemente sin encontrar los argumentos necesarios para pelear.
Una vez que ya tuvieron el primero en el bolsillo y con menos tensión, Salazar y Triay se limitaron a esperar la reacción de Lucía y Bea y contestarles con igual intensidad. Y llegó, pues las de Gaby Reca no dejaron nada al azar y presionaron como no habían hecho hasta el momento. Ahora sí sus piernas respondían y se movían con celeridad, manejaban con más peligro la bola y ponían en más dificultades a las números 1 cuando estas sacaban. A pesar de ello, la primera rotura vino para Ale y Gemma pero eso no desanimó a sus oponentes, quienes en el décimo juego fueron capaces de cortar la desigualdad, empatar y forzar posteriormente el tie break. En esa suerte dispar, Triay y Salazar estuvieron más acertadas en la definición y con ello lograban el segundo set y el pase a la final (6-1 y 7-6).
La segunda llegaba con una pareja muy descansada como eran ‘Las Martas’, Marrero y Ortega, y otra pareja instalada en la excelencia en los últimos tiempos, Ari Sánchez y Paula Josemaría. Y eso condujo a un partido maravilloso para la vista.
El buen nivel mostrado durante todo este torneo y las últimas semanas de Ari y Paula se tradujo en un primer parcial en el que dejaron totalmente maniatadas a Ortega y Marrero; cero ideas, poco movimiento, falta de contundencia y de soluciones ante lo que planteaban las rivales, quienes una y otra vez encontraban premio con sus golpeos y sumaban breaks a su favor sin cesar, tantos como para resolverlo con un 1-6 más que contundente.
En el segundo, más espabiladas, fueron capaces Marrero y Ortega de responder a lo que pedía el partido y su banquillo, pues alentadas por su entrenador, se olvidaron de lo poco que habían hecho hasta el momento y salieron con otro aire. Mejores en la estadística fueron a por todas manejando mejor, entrando la canaria con su potencia y la madrileña con su defensa, y ahora complicando a Ari y Paula la existencia, quienes no podían responder conforme avanzaba el partido, al planteamiento de las rivales.
Como decimos, esa versión renovada de ‘Las Martas’ les terminó por conceder la igualada con dos breaks de diferencia que consiguieron más por insistencia que por un juego preciso, más por el martilleo constante que por brillar como en otras ocasiones, pero valió igual.
Quedaba uno más en el que se pudo ver a la vez la mejor versión de ambas parejas. Un combate golpe a golpe en el que las cuatro respondían con contundencia, soberbia y mucho picante ante lo que venía desde el otro lado de la red. Así se fueron midiendo hasta que llegó el desenlace esperado, el tie break, que alargó todavía más la agonía en la grada y el espectáculo en la pista; un tie break en el que las »chiquititas» se hicieron muy grandes y supieron manejar la tensión propia de este desenlace. El desempate era todo suyo, pues se lo llevaron con un 1-7 inapelable para terminar el choque con un 1-6, 6-3 y 7-6 para medirse en la final ante las números 1 del ranking.
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