Las dos parejas presentes en la final llegaban con la moral alta, especialmente Paquito Navarro y Martín Di Nenno, colosales en la previa en semifinales para eliminar a Galán y Lebrón, los números 1. Pero delante, dos veteranos que este año se unían para días de gloria, Fernando Belasteguín y Sanyo Gutiérrrez.
Revoluciones al 100% para dar inicio a las hostilidades y break en favor de los argentinos. Primer aviso. Pero lejos de venirse abajo o arrugarse, Paquito y Martín respondieron con calidad y acierto, devolviendo el golpe de manera amplificada y, con un doble contrabreak y asegurando luego su servicio, cambiaron el 0-1 por el 5-2 que prácticamente cerraba la primera manga. Lo intentaron con otra rotura de servicio Bela y Sanyo pero ya la distancia era demasiado grande y el primer set se finiquitó con un 6-4 para los de Rodri Ovide.
De nuevo locura total en los saques en el segundo set, mucha alternancia, como si los cuatro estuvieran más pendientes de romper el saque rival que de mantener el suyo, lo que provocó un constante ir y venir de puntos y de juegos de un lado a otro. Ahora, sin embargo, serían Bela y Sanyo, especialmente este, los que más acierto tuvieron y los que mejor supieron navegar en la marejada en que se convirtió la final. En el momento culmen del set, consiguieron resistir y salvaguardar su servicio para igualar el marcador con un 4-6.
Quedaba la última entrega, el éxtasis final, que sería sin embargo el más desnivelado, pues la distancia que obtuvieron desde su comienzo los hombres de Miguel Sciorilli les permitió tomarse las cosas con algo más de calma. Consiguieron poner freno a la sangría de los saques y asegurar, con un juego pausado a la par que efectivo y que ponía en muchos problemas a un Di Nenno que hasta el momento había estado imperial y a un Paquito que volvía a su versión más solvente.
Al final el choque se cerró con un 6-4, 4-6 y 2-6 para convertir a los ‘Hombres de Negro’ en bicampeones, aunque los cuatro lo merecieron por su excelente torneo.
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