Interesante reflexión la que nos hace a través de este post un maestro de los banquillos, un hombre con una gran experiencia y voz más que autorizada dentro del pádel, Martín Echegaray.
El técnico argentino profundiza en el tema de la doble nacionalidad y en el hecho de que un jugador con una nacionalidad distinta pueda disputar, por ejemplo, todo un Campeonato de España y ser proclamado vencedor.
¿Quieres saber todo lo que nos cuenta? Pues aquí tienes su post:
El siguiente diálogo es ridículo y poco probable:
— ¡Insisto en que quiero jugar en el equipo de los casados!
— Pero usted es soltero.
— ¡Los voy a denunciar por discriminación!
Este otro diálogo es más ridículo todavía y por lo tanto menos factible:
— ¡Insisto en que quiero jugar en el equipo de los rubios!
— Pero usted es calvo.
— Pero era rubio, tengo fotos.
— ¿Pero si usted ya juega habitualmente en el equipo de los calvos?
— Sí, y ya estoy apuntado ahí, pero quiero jugar también aquí, con los rubios.
— Pero eso no es posible.
— Sí, mi abogado dice que sí, porque de lo contrario me estarían discriminando.
— ¿Pero no le parece que eso no tiene mucho sentido y que tergiversa el espíritu de la competición?
— ¡Claro que no tiene sentido! Pero es lo que me conviene a mí.
Durante 2020 se jugó el Campeonato de España en el WiZink de Madrid, con una cantidad de premios impensada para esta prueba y una organización que hizo que el WPT mirara de reojo, según dicen algunos. Ante esto, aplauso de pie a los responsables, crédito a la FEP, monumento a los que pusieron la pasta y genuflexión para orar por que se repita muchas veces.
En esa edición, una vez más, se presentó la polémica de las nacionalidades porque existe la posibilidad —alta— de que incluso alguien no nacido en España o, más aún, sin la nacionalidad española resultara… Campeón de España. Tan alta es esa posibilidad que ya se ha dado el caso, varias veces. Es interesante tener un campeón nacional made in otro lado.
En estos momentos en los que parece que tenemos algunos faros morales que quieren orientar en alguna dirección específica nuestras opiniones libres precisamente para que dejen de serlo, o que hay temas que políticamente deben tratarse de manera correcta, justo esta espina está bien clavada y parece que hablar de ello es situarse en algún extremo. O, peor aún, si uno no se decantara podría ser acusado de bastardo equidistante. ¿Y si existiera la posibilidad de analizar el asunto tranquilamente?
Hace un tiempo leí una frase de Paul Auster que, para mí, da en la diana:
»El fútbol es un milagro que permitió a Europa odiarse sin destruirse».
En un mundo globalizado que no deja indiferente a nadie el deporte es probablemente uno de los últimos reductos que nos quedan para defender simbólicamente a »nuestra gente» de los »enemigos» llevando orgullosos nuestra bandera y nuestros signos, haciéndolos prevalecer sobre los de los demás, y demostrando que dejamos todo en el campo de batalla, batiendo al enemigo o siendo estoicamente sometido por el vil invasor. Y después de eso, cuando se disipa el humo de los fuegos, unas buenas cervezas con los adversarios en el tercer tiempo intercambiando camisetas, anécdotas y otras mentiras, cuentas de Instagram y demás. Yo no veo ninguna razón de peso para alterar esto. Pero lo estamos haciendo.
Cuando yo me mudé de Argentina a España y poco tiempo después comencé a trabajar en la Federación Española lógicamente lo primero que tuve que hacer fue estudiar el terreno. Y eso incluye absolutamente todo lo concerniente al deporte en general y al pádel en particular. Todo. Porque el CV que yo traía, en todo caso, me sirvió para que me ofrecieran el trabajo. No me aseguraba hacerlo bien. Y les voy a dar un ejemplo contundente relacionado con el Campeonato de España, precisamente. Por aquel entonces me desayuné con la novedad de que un torneo no es lo mismo que un campeonato. Y eso que yo había jugado cientos de torneos.
En Argentina no existen los campeonatos como en España. Y menos en el pádel. En Argentina se hacen torneos, o como se les quiera llamar. Y en España se hacen campeonatos y también se hacen torneos (o como se les quiera llamar). La diferencia es muy clara en el deporte español pero ignorada por la gente del pádel en Argentina (y quizás en otros países). ¿Y cuál es esa diferencia? Que los campeonatos españoles tienen unas características muy particulares porque fueron concebidos justamente para cumplir con unos objetivos específicos. Una de esas características únicas es que se celebra solamente una vez al año. Derivada de ésta, tienen el objetivo de otorgar a alguien el título de Campeón de España de ese año en particular.
Y ese título tiene ventajas muy buenas para los deportistas españoles: becas, subvenciones, la consideración de Deportistas de Alto Nivel —de alcance nacional—o de Alto Rendimiento —de alcance autonómico—, facilidades en las plazas de acceso a estudios o funcionariado, según los casos. No es poco. Ahora bien, supongan que ese aspirante se topa en su camino a la gloria con el mejor del mundo en su deporte, que vive en España disfrutando de todos los derechos que le otorga, por ejemplo, su nacionalidad italiana, o su residencia legal en España, sencillamente. Y además están los nacionalizados españoles (con doble nacionalidad), faltaría más, que en algún caso semanas después de aprovechar su nacionalidad española cambian de rol y juegan en contra de España en una competición internacional. Sí, se puede hacer eso.
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