Como ojeadora, el acierto de Carolina Navarro está fuera de toda duda. Ha elegido a la mejor compañera posible para suplir a Cecilia Reiter. Una versión más joven, con idéntica garra, tiros potentes, poder ofensivo y que sabe escuchar, asimilar y luego mostrar en pista lo aprendido, una jugadora que comparte ADN argentino y también hambre de títulos: Aranza Osoro.
Las dos »Vikingas» han conseguido colarse en semifinales, las priemras en la carrera de la joven Osoro, quien lloraba de alegría tras terminar el partido y hablar entre bambalinas con su madre por videollamada. Un sueño hecho realidad, una ilusión alcanzada, pero que ahora se plantea una nueva meta.
Llegaban de tapadas para medirse a Martita Ortega y Bea González, dupla también de gran calidad y recursos, a la que supieron maniatar, no dejar comodidad en la pista, apretar cuando el partido lo necesitaba pero también sufrir ellas defendiendo los tiros cargados de pólvora de Bea y las bandejas de Martita.
Llevaban solo dos partidos juntas y algunos entrenos, poco bagaje para alguien como Carolina a la que le gusta salir con las mayores opciones de victoria posibles desde el inicio, pero las circunstancias eran las que eran y quizá por ahí, por su »descontrol» y atrevimiento total, pasó el partido. Porque pudieron jugar de tú a tú a las dos jóvenes y llegar a medirse a ellas en un tie break donde fueron un torbellino que les pasó por encima (2-7).
Esa diferencia hizo que salieran aún más activas la malagueña y su compañera, siendo Carol la que manejaba el partido y llevaba la pelota a un lado y a otro y Osoro la que respondía en labores de defensa y aguante al tiempo que desde el otro lado de la red lo intentaron de todas las maneras posibles pero veían cómo el partido se les escapaba, especialmente tras acumular dos breaks quizá fruto de esa impaciencia y verse 1-4 abajo en el marcador. Se quitaron uno de encima, pero con el segundo ya no pudieron y en un ejercicio de regularidad, mantuvieron Carol y Aranza la renta hasta el final, venciendo por 6-7 y 4-6 y colándose en semis.
En el resto de partidos, aunque se diga que el cuadro femenino está muy parejo (y es verdad), lo cierto es que esta vez no hubo color y el resto de cabezas de serie se impusieron con solvencia.
Así, Alejandra Salazar y Ari Sánchez ganaron a Vero Virseda y Mari Carmen Villalba por 6-2 y 6-1. Estas les aguantaron en el comienzo de cada set, especialmente en el primero, pero luego las marchas del motor del »Equipo A» les hacían correr y pegar más y se acabó notando en el marcador. Gemma Triay y Lucía Sainz encontraron la vía para derrotar a Eli Amatriain y Patty Llaguno (6-3 y 6-3) y, sobre todo, para no sufrir esas remontadas tan propias de esta pareja que, a pesar de verse abajo, nunca deja de luchar y de obligarte a un esfuerzo más.
Por último, Marta Marrro y Paula Josemaría no obtuvieron en la pista el rendimiento que se esperaba de ellas, máxime teniendo en cuenta que jugaban »en casa». Quizá la canaria no ha terminado de recuperarse del todo de sus dolencias en el tobillo o quizá el poco tiempo de entreno previo ha resultado decisivo pero lo cierto es que, aunque tenían un partido muy, muy duro ante Mapi y Majo Sánchez Alayeto, la diferencia en el marcador fue demasiado amplia para lo que se espera de este partido.
Un 6-2 y 6-4 en favor de las mañas que evidenció la falta de pegada de Marrero y los excesivos fallos que cometió Paula tanto desde el fondo de la pista como desde la red. Y es que las ‘Atómikas’ le metían mucho peso a la bola y mucho ritmo a sus movimientos y eso si no estás al 100% se hace casi imposible de contrarrestrar. Un ejercicio de precisión de las zaragozanas que vuelven a presentar candidatura al título en la ciudad condal.
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