El partido correspondiente a la final masculina del Vuelve a Madrid Open será de kilates. Se avecina tormenta de enorme pádel en la central del Madrid Arena, un duelo con pádel de pasado, presente y futuro.
Como dos bólidos de carrera, corazones con motor de propulsión y muchos caballos de potencia, Ale Galán y Juan Lebrón volvían a correr, derrapar y vencer con total rotundidad en su partido de semifinales. Otro día más en la oficina para ellos, ganando como el que se pone cada día delante del espejo para mirarse antes de salir de casa o toma el transporte público para ir a su puesto de trabajo. Cotidianidad total.
A día de hoy, parece que les da igual quiénes están delante, ponen su velocidad de crucero y no la bajan hasta que se les declara campeones.
Esta vez sus víctimas fueron Matías Díaz y Maxi Sánchez, dos jugadores aguerridos en defensa, sabedores de que sufrir y devolver siempre una bola más da sus frutos y de que a falta de florituras en el golpeo, la rocosidad da muchos partidos, pero igualmente quedaron borrados del mapa (6-1 y 6-2).
Galán y Lebrón se ponían delante casi desde el primer minuto, con un ritmo demoledor, inalcanzable para el ‘Tiburón’ y el ‘Warrior’: mucho movimiento de piernas, transiciones rápidas, juego express, anarquía en el golpeo mezclada con un plan que salió a la perfección y que con cambios constantes de lado (se permutaron Ale y Juan constantemente las posiciones) desarbolaron la defensa numantina de Mati y Maxi.
En apenas 20 minutos ya aparecía en el luminoso un 6-1 que les devolvía al banco con semblantes bien distintos, unos gritándose ánimos y los otros cabizbajos.
El segundo set, más de lo mismo, idénticos argumentos. Aunque Mati y Maxi iniciaron algo más enchufados (es cierto que no jugaron mal el partido, pero la diferencia entre ambas duplas se notó en exceso) el resultado fue el mismo. Aguantaron hasta el 2-2 y ahí, Ale y Juan decidieron soltarse las riendas y galopar sin freno, tomando ventaja entonces de 4-2 que pasó, acto seguido, al 6-2 con el que cerraron el choque.
En la otra semifinal se citaban los sorprendentes Martín Di Nenno (olvidado ya su fatídico accidente y los largos días de recuperación) y Agustín Gómez Silingo con Fernando Belasteguín, santo y seña de este deporte y Agustín Tapia, su alumno más aventajado.
Lejos de amilanarse los »nuevos» Silingo y Di Nenno, se vinieron arriba desde el comienzo para no dejar que Bela entrara en juego desde el drive (tremendo recital el suyo una vez más, jugando a su antojo) y Tapia descerrajara desde la derecha (algo menos suelto que en el revés pero igualmente sentando cátedra). Así, en el cuarto juego ya iban por delante y con otro apretón más, lograban otro break que les daba la ventaja momentánea para ponerse por delante (6-3) y encender las alarmas en el banco de Bela y Tapia.
Miguel Sciorilli supo conectar de nuevo a sus jugadores y la salida en tromba que protagonizaron fue clamorosa, poniéndose 3-0 arriba y cerca del 4-0, solo impedido por la victoria en el punto de oro de Silingo y Di Nenno. Sin embargo, la herida ya sangraba demasiado y Bela siguió agigantándose, marchándose directo a por la igualada con cada intercambio de pelota, abriendo huecos imposibles y escribiendo idéntico resultado (3-6).
En el tercer set fueron de nuevo Belasteguín y su joven pupilo los que rompieron primero la igualdad al lograr un break que no tardaron en consolidar con su servicio y, en el quinto juego, con otra rotura más, marca de la casa. Estocada definitiva para apagar el sueño de Agus y Martín de estar en la final (6-4, 3-6 y 2-6), pero se pueden marchar con la cabeza bien alta por su sensacional rendimiento. Hay pareja y jugador (Di Nenno) para rato.
En el otro lado, Bela y Tapia (ahora mismo el único que por juego y condiciones se asemeja a Galán y Lebrón), ya pensaban en la estrategia para derrotar a los titanes de Madrid y Andalucía. Desde luego, el duelo de este domingo será para no perderse un solo punto.
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