Es cierto que el pádel es cosa de dos ( si solo contamos a los que están en la pista y no a los entrenadores, psicólogos, nutricionistas, fisios…), pero este fin de semana el que hacía historia era uno solo: Juan Lebrón. El gaditano se convertía en el primer jugador nacido en España en ser número 1 del mundo, algo que no se consigue todos los días y eso requiere un apartado especial.
Su victoria sobre Fernando Belasteguín y Agustín Tapia en las semifinales del Sao Paulo Open 2019 le elevaba a la cima del pádel mundial, algo que refrendaba al día siguiente consiguiendo el título en la final ante Uri Botello y Javi Ruiz.
Y es que sus números lo dicen todo, de 54 partidos jugados este año ha vencido en 44, dejándose solo 10 por el camino (81,48% de efectividad), contando además, con presencia en un total de nueve finales, llevándose cinco títulos (Alicante Open, Jaén Open, Valladolid Master, Suecia Open y Sao Paulo Open).
No obstante, también ha contado con algún que otro bache, especialmente en el mes de diciembre, cuando enlazó tres torneos sin llegar siquiera a semifinales (ronda de 1/8 en el Master de Madrid y de 1/4 en Cascais y Menorca).
Su binomio con Paquito Navarro auguraba, cuanto menos, espectáculo. Dos caracteres muy fuertes dentro de la pista a la par que volátiles y de mecha corta, capaces de lo mejor, de realizar un pádel soberbio con mil recursos, pero también de perderse con facilidad, de irse del partido. A superar esto último ayudó, en gran medida, Ramiro Choya, su técnico durante tres cuartas partes de la temporada, hasta la llegada en las últimas fechas de Marcelo Fernández, con el que han dado un cambio de rumbo.
Además, su adaptación ha sido soberbia, jugando ambos con un intercambio constante de posiciones que provocaban dudas y desajustes en los rivales. Es cierto que juegan mucho mejor con Lebrón a la izquierda y Paquito a la derecha, pero los dos han sabido mejorar para volverse más completos.
Ahora le quedan dos torneos por delante (México y el Master Final) y querrá terminar el año de la mejor manera posible. Para él y para el pádel español esto es un sueño, pues ha llegado con humildad y trabajo, y con su juventud (24 años) tiene cuerda para rato.
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