Lo tenían todo perdido, estaban cerca de caer, pero sacaron a relucir ese brillo mágico que tienen los números 1, esa aureola mística de los elegidos que son capaces de darle la vuelta a un duelo prácticamente perdido. Con garra y mucha, mucha fe, Sanyo Gutiérrez y Maxi Sánchez levantaban el título en Murcia.
Partido y final inédita entre una pareja que este año ha conseguido brillar con luz propia y otra que lleva muy pocos partidos junta pero que ha demostrado un acoplamiento prácticamente perfecto, un hambre voraz y, sobre todo, una más que clara opción de futuro si el destino quiere juntarles, Paquito Navarro y Pablo Lima.
Los cuatro se citaban en el escalón final murciano con ganas de deleitar, y siguieron el guión establecido, con Paquito y pablo intentando llevar la manija a base de golpes muy potentes y un juego rápido, con el andaluz más adelantado en el campo y con Sanyo y Maxi esperando su oportunidad e intentando bajarle revoluciones al partido.
En esa tesitura, Paquito y Pablo empezaron sin frenos, directos de cabeza a por el primer set, que consiguieron alcanzar en apenas un visto y no visto que desquiciaba a Sanyo cada vez que tocaba bola (las menos) y que pasó por ataques constantes al lado de Maxi, quien se defendía una y otra vez y no rehusaba ningún choque.
El segundo set no cambió para nada el escenario, puesto que tanto Lima como Navarro se desbocaron cuesta abajo y sin frenos, sumando punto tras punto, juego tras juego y break tras break para quedarse muy cerca de la puntilla, con un 4-1 a su favor, pero entonces, aparecieron dos ingredientes clave: por un lado, las prisas y el ansia de Pablo Lima, quien empezó a soltar aún más su brazo y al contrario de lo que había sucedido hasta el momento, cometía numerosos errores no forzados y por otro, que Sanyo se enchufó al partido, y cuando su magia apareció, las tornas cambiaron.
Del 4-1 se pasó al 4-4 y de ahí al 4-5 para los ¡Maestros y después al 5-7 final que supuso la igualada. Un contratiempo inesperado tanto sobre la pista como por parte del público, que no daba crédito a la vuelta de tuerca que habían conseguido los argentinos.
Y en el tercero, otra vuelta más, esta vez de parte de la pizarra de Gustavo Pratto, que movió un par de piezas más y consiguió que sus chicos se desmelenaran del todo y soltasen todo lo que tenían dentro: Maxi empezó a volar y Sanyo a repartir juego, creando espacios, mientras que Paquito intentaba llevar el peso del juego pero él solo no podía y Lima no terminaba de aparecer, siendo ese el aspecto fundamental por el que pasó la remontada final.
En el octavo juego, break para que Sanyo y Maxi se pusieran 3-5 y con su saque, cerraran el juego definitivo (6-2, 5-7 y 3-6) y el broche dorado tanto al torneo como a la temporada, si bien aún les queda un premio más el Master Final, donde podrían cerrar el círculo.
Ocho títulos en 11 finales, números inalcanzables para muchos, cifras que son un claro ejemplo del trabajo que lleva detrás este equipo, del esfuerzo que hacen cada día y de la mejora que han tenido. Un título dedicado, por parte de Sanyo a su pareja, Valeria Pavón, quien confirmaba su adiós a la competición oficial para dedicarse a ella misma y a otros proyectos.
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