Fernando Belasteguín y Pablo Lima fueron un rodillo en el primer y tercer set. Únicamente se permitieron la concesión de ser seres humanos en el parcial intermedio, donde quizá se despistaron más de la cuenta o donde, simplemente, Paquito Navarro y Juan Martín Díaz jugaron su mejor pádel hasta el momento, dejando en evidencia la fortaleza de los números 1.
Lo cierto es que, como decimos, el primer parcial fue de dominio absoluto, desde el saque al resto, pasando por todos los golpes. Bela y Lima no se dejaban nada al azar, manteniendo a raya los múltiples recursos de JMD y el pádel ofensivo de Paquito, al que limitaron a barrer la pista para defender una y otra vez.
Sin embargo, Martín Echegaray tomaba buena nota de todo desde el banquillo y en el intercambio entre sets, cambió la frecuencia de juego, les endosó fuerzas a sus chicos y les invitó a soltarse y a atacar los puntos débiles (parece que sí los tienen) de los números 1. Y eso significó un importante cambio de tercio y de dominador, ya que ahora el campo se inclinaba a favor del ‘Galleguito’ y del sevillano.
Suyo fue el dominio y también la igualada, que llegó con muy buen pádel y demostrando que Bela y Lima también pueden ceder un set, aunque para lograrlo hace falta jugar, acertar y creérselo mucho.
Pero lo que se presagiaba como un posible sorpresón tras igualarse a uno, no terminó de ocurrir, y el argentino y el brasileño terminaron levantando de nuevo el vuelo, apretando los puños, y dando un golpe enorme sobre la mesa. Nadie les iba a quitar el título.
Un título que tiene, además, un sabor especial y agridulce para Fernando Belasteguín, quien ha jugado la final tras conocer por la mañana que su abuela, una persona a la que apreciaba enormemente, había fallecido, por lo que la victoria tendrá una dedicatoria muy emotiva. Nos sumamos a las condolencias y esperamos que su abuela le haya visto ganar desde lo alto.
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