Llevaban tres finales, pero tuvieron que esperar a una más, la cuarta del año, y en el último torneo regular, el Open de Bilbao, para que se hiciese justicia a su entrega y trabajo diario. Por fin, Matías Díaz y Maxi Sánchez han logrado lo que llevaban persiguiendo desde principios de año, un título.
Ha tenido que ser en Bilbao, tierra amada por el Guerrero de StarVie, donde se coronaran con la particular txapela que les reconoce como campeones. Ha sido un año duro, siempre a las puertas de la final o llegando a ella pero sin premio, siempre dando un notable o notable alto, pero les faltaba el sobresaliente, aunque en este torneo y ante los números uno, han logrado la matrícula de honor.
Tres sets excelsos, especialmente de un Matías Díaz (mejor jugador de la final) que ha defendido como nunca (que ya es decir), llegando a bolas imposibles y elevando el término de jugador-muralla a un nuevo nivel, que les colocan como pareja candidata a todo en Madrid y que han posibilitado que, por fin, otra dupla muestre que a Fernando Belasteguín y a Pablo Lima se les puede ganar (7-6, 4-6 y 6-1).
Los espectadores del frontón de Bizkaia querían una gran final, una en la que dejarse las manos aplaudiendo y las voces animando y los cuatro jugadores se lo dieron sobre la pista. Cierto es que llegaban con la lógica vitola de favoritos Bela y Lima, máxime tras haberse asegurado un año más (y van tres juntos) el número uno, pero Mati y Maxi estaban realizando un torneo, especialmente en semifinales, de lo mejor del año, con unas estadísticas dignas de estudio y un despliegue increíble, lo que igualaba todo mucho más.
Así comenzó todo, igualado, y golpe a golpe la paridad no se iba del luminoso. Aunque apretaron ligeramente Bela y Lima y lograron alguna que otra ventaja, se dieron de bruces con la remontada de la pareja nº3, que en ningún momento bajó los brazos y forzó el desempate para que allí comenzara a surgir la figura del ‘Warrior’ y se hiciera con el primer set.
Matías se echó, literalmente, el equipo a las espaldas, o mejor dicho a las piernas, porque no paró de correr y pelear cada bola, barriendo cual escoba por todos los rincones y sabiendo salir a flote para contraatacar con furia. Enfrente, tras perder el primer parcial, los hombres de Álvarez Clementi supieron sobreponerse con esa casta que les caracteriza y devolvieron la igualdad al marcador a base de coraje, tiros cruzados y un Belasteguín que salía siempre ganador en los intercambios de voleas.
Y en el tercero, el éxtasis. Ya es complicado romperles el saque al argentino y al brasileño, pero hacerlo una y otra vez se convierte hasta en quimera, pero lo cierto es que los hombres de Severino Iezzi, ovacionados por este desde el banco en cada cambio de lado con una toalla al viento y demostrando su efervescente sangre argentina, se pusieron como una locomotora con 5-0 a su favor la amenaza de rosco sobrevolaba la cabeza de Bela, de Lima y de los aficionados, que no podían creérselo.
Apretaron dientes y pala y consiguieron solventar, por fin su saque, para no irse a cero y en el siguiente, volvieron a apretar, pero Matías se encargó de cerrar su saque y, por fin, levantar los puños al cielo, gritar, agradecer al respetable su apoyo y besar el suelo, abrazado por su amigo y compañero, en su último torneo de la temporada regular juntos, puesto que el año que viene ambos cambiarán de acompañante. Se despiden así de Bilbao, con la sonrisa del trabajo bien hecho, con la mente puesta en darlo todo en Madrid y con la tirita de un título que sana las heridas tras las tres finales anteriores en las que no pudieron conseguirlo.
Fotos interiores: Fernando Belasteguín / Maxi Sánchez
Fotos: World Padel Tour
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